Mujeres iraníes usan mascarillas para intentar protegerse del coronavirus mientras caminan por una calle en Teherán, capital de Irán. (Foto: ATTA KENARE / AFP)
Mujeres iraníes usan mascarillas para intentar protegerse del coronavirus mientras caminan por una calle en Teherán, capital de Irán. (Foto: ATTA KENARE / AFP)
/ ATTA KENARE
Virginia Rosas

En febrero último llegaba a Qom –ciudad santa en para los musulmanes chiitas, ubicada a 156 kilómetros de Teherán– un avión de la aerolínea Mahan Air que transportaba a un teólogo chino. Con él llegó a la República Islámica el temido , que se extendió como reguero de pólvora entre los peregrinos que por millares visitan, tocan y besan el mausoleo de Fátima Al Masuma.

Las elecciones, que el régimen iraní utiliza para alardear de una popularidad cada vez más desfalleciente, estaban programadas para el 23 de febrero. Las autoridades del régimen negaban la presencia del COVID-19, a pesar de que en esa fecha había ya 8 muertos y 23 contagiados. No se cerraron fronteras y los vuelos procedentes de Wuhan siguieron llegando.

Pese a que los conservadores vencieron en las elecciones, el triunfo fue del ausentismo, solo el 49% se movilizó para votar, la más baja participación desde la instauración de la República Islámica en 1979.

Tras las elecciones se ‘recomendó’ el distanciamiento social, pero no se decretó el confinamiento. Se acercaba el año nuevo persa (Nouruz) el 20 de marzo, la fiesta más importante del país. Solo se aconsejó a la gente que no viajara.

Recién el 23 de marzo, con 1.812 fallecimientos y 23 mil 49 personas infectadas se dio la orden de confinamiento, que en Teherán –donde vive un cuarto de la población– se levantará el 19 de abril y en el resto del país, el 11 de este mes.

¿Cómo afronta la pandemia un país que vive bajo el severo embargo económico?

Personal de la Media Luna Roja iraní examina a las personas en una carretera de Teherán para detectar síntomas de coronavirus. (Foto: STR / AFP)
Personal de la Media Luna Roja iraní examina a las personas en una carretera de Teherán para detectar síntomas de coronavirus. (Foto: STR / AFP)
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Contra todo pronóstico el país enfrenta el COVID-19 mejor de lo que el propio gobierno admite: el ministro de Relaciones Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, señalaba en un artículo publicado el 30 de marzo en el periódico ruso “Kommersant” que “el bloqueo ilegal de los recursos financieros de Irán por las sanciones de Estados Unidos hace imposible el acceso a fármacos y equipo médico”.

Sin embargo, diversas fuentes consultadas en el país dan cuenta de una realidad diferente: si bien al comienzo hubo escasez de mascarillas y de desinfectante la situación se normalizó rápidamente con la producción nacional. Los hospitales se dan abasto y hay una disponibilidad de 40% de camas para los enfermos de coronavirus.

El embargo económico ha logrado la autosuficiencia: las empresas contratadas por el gobierno fabrican respiradores a un ritmo febril de 900 por día. Gracias a una página web se mapea el avance del virus y se realizan los test rápidos, que el país también produce, al igual que el Fosfato de Cloroquina, empleado para combatir la neumonía.

A la fecha se contabiliza 4.232 fallecidos (6° lugar en el mundo). El total de contaminados es de 68.192 (7° lugar) y el número de recuperados es de 35.465 (4° lugar).

El mayor problema que enfrenta el gobierno es social, una mayoría vive al día a día y, pese a múltiples promesas no se ha desembolsado ni un Rial para su sustento. La solidaridad ha funcionado hasta ahora para alimentar a los más pobres, pero no es suficiente. Muchos hacen caso omiso del confinamiento y salen a ganarse la vida. Y si el régimen, normalmente tan represor, no toma medidas extremas contra los infractores es porque teme que el hambre incite a un nuevo levantamiento popular.

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¿Qué es el coronavirus?

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).

El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre de 2019.

El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.

Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.

Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.

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El papa homenajeó a curas que murieron consolando a enfermos de coronavirus. (AFP).

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