Izando la bandera del socialismo, el comandante Hugo Chávez asumió el poder en Venezuela en febrero de 1999 y durante 14 años de gobierno la economía del pais llanero se caracterizó por una política de nacionalizaciones, asociaciones público-privadas y controles que debilitaron al empresariado y configuraron nuevas alianzas en el exterior con potencias emergentes como China, Rusia y Brasil.
De acuerdo con informaciones que el propio Gobierno venezolano ha dado a conocer anteriormente en torno a la economía del país, el PBI pasó de US$91.000 millones en 1999 a US$320.000 millones en 2012, impulsado principalmente por la renta petrolera. Sin embargo, la inflación no varió casi nada y se mantuvo como una de las más altas en la región con una tasa por encima de 20%.
Sin embargo, pese a las cifras difundidas, lo cierto es que Venezuela culminó el 2012 con un alto déficit fiscal y una crisis cambiaria producto de la propia política intervencionista que Chávez emprendió en el 2003 con la nacionalización de la petrolera estatal PDVSA. Esta acción se aplicó también en otros sectores estratégicos como el cementero, siderúrgico, alimenticio, eléctrico, telecomunicaciones y hasta el bancario.
Si bien esta política le permitió a Hugo Chávez armar una estructura de fondos para financiar una serie de programas sociales, también le costó a Venezuela miles de millones para destinar el pago de indemnizaciones a empresas y provocó una caída en las inversiones, pues las relaciones con el sector privado no eran las mejores por las expropiaciones ejecutadas.
El socialismo es así, trata de apoderarse de los medios de producción y en el caso venezolano no fue diferente. El gobierno nunca se planteó crear sino tomar lo creado, comentó al respecto el economista José Guerra, citado por la agencia France Press.
Otro de los pilares de Chávez fue buscar nuevos socios comerciales, debido a su enfrentamiento político con Estados Unidos. Así, el gobierno del comandante cerró acuerdos con economías emergentes como China, Rusia y Brasil, países de los cuales obtenía préstamos a cambio de la venta casi exclusiva del crudo llanero. El resultado al cierre del 2012: una deuda externa de Venezuela estimada en US$80.000 millones.
Por otra parte, la moneda oficial (el bolívar) de Venezuela sufrió una sobrevaloración continúa debido al control de cambio dictaminado por Chávez. Sin embargo, pese a sucesivas devaluaciones, el bolívar terminó dependiendo de las importaciones, principalmente de los productos agrícolas, lo que provocó en muchos casos una escasez de productos básicos afectando a los sectores más vulnerables.
Las políticas intervencionistas y controladoras debilitaron al país al hacerlo menos atractivo para la inversión, pero dejaron una conciencia social que en el futuro no dejará de tener peso sobre la economía, señala por su parte el economista Pedro Palma, según cita Reuters.
LA NUEVA RUTA En días previos a la noticia de la muerte de Chávez, analistas no solo dibujaban un escenario de lo que podría suceder en Venezuela si el mandatario fallecía, sino explicaban la tarea que debía de emprenderse para corregir los desbalances en materia económica.
En opinión de Jennifer Cyr, profesora de Ciencias Políticas y de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Arizona, la evolución de la economía llanera dependerá de dos aspectos puntuales: quién sucederá a Chávez y diversificar la economía para no estar supetida al petróleo.
Este concepto, explicaba otro experto, debe apuntar a que un nuevo gobierno busque también una mayor apertura para mejorar los niveles de inversión así como iniciar la aplicación de una nueva política económica y fiscal.
Si bien estas opiniones solo son parte las conjeturas académicas, lo cierto es que el panorama real se irá conociendo en los próximas semanas cuando comiencen a perfilarse los candidatos que postularán a la presidencia en Venezuela. Por lo pronto, la Constitución del país llanero contempla nuevas elecciones en un lapso de 30 días si un presidente fallece o renuncia dentro de los primero cuatro años de un período de seis años.