Como cualquiera que se declare amigo de Fidel Castro, Nelson Mandela no suele resultar muy bien visto en Miami, donde el exilio cubano recibió su muerte con reconocimiento al gran líder y hombre bueno que luchó contra el apartheid pero sin olvidar que era comunista.

Aquí nuestro sentimiento es encontrado, le dijo a BBC Mundo Guillermo Colado, cubano-estadounidense de 75 años. Estoy totalmente en contra del apartheid. Sin embargo, hay que reconocer que en la época, para nosotros los cubanos, cualquiera que fuese comunista era nuestro enemigo. Y para Colado: No hay que olvidar que Mandela era comunista.

Aguardando su turno para jugar al dominó, como hacen cada día numerosos exiliados cubanos en la Pequeña Habana de Miami, Guillermo Colado, de 75 años, recuerda los días en que quedó espantado con su visita a la Sudáfrica del apartheid y el racismo que presenció.

Pero tampoco olvida junio de 1990, cuando Mandela llegó a Miami poco después de no esconder su apoyo a Muamar Gadafi en Libia, Yasser Arafat en los territorios palestinos y, sobre todo, Fidel Castro en Cuba.

Por eso, cuando Mandela estuvo en Miami, cuatro meses después de salir de la cárcel, pese a que ya era un líder mundialmente aclamado y así se disponía a ser recibido en la capital de Florida, se desató la polémica.

Pese a que el mismo jueves, la Comisión del condado de Miami-Dade guardó un minuto de silencio por la memoria de Mandela, los cubanos de la ciudad siguen recordando los días del boictot a su visita. En 1990, no hubo institución que le rindiera ningún tipo de honor. Fue el día en que Miami abucheó a Mandela.

RACISMO En la Pequeña Habana, el tiempo parece haber curado las heridas pero no ha borrado el recuerdo. Así que al tiempo que alaba su lucha antirracista, no olvida su simpatía por Fidel Castro y cómo eso afectó a la controvertida visita de Mandela.

Le negaron la llave de la ciudad y estuve de acuerdo a pesar de las injusticias de Sudáfrica, comenta Colado. Eso, a pesar que como recuerda, conoció de primera mano el racismo del apartheid y quedó espantado.

Fue en viaje de negocios. Estaba en casa de una familia de judíos blancos cuando se hizo de noche y comenzaron a tapiar las ventanas, como en Miami se preparan para la llegada de los huracanes.

Pregunté por qué y me contaron que era porque tenían empleadas negras y había que evitar que las vieran desde fuera: un negro no podía estar en un barrio de blancos, ni siquiera verlo desde la calle, recuerda.

Con la anécdota, este cubano-estadounidense ilustra su rechazo al régimen del apartheid contra el que tanto luchó Mandela. Para Sudáfrica y sus circunstancias, innegablemente es uno de los líderes más destacados que ha habido en el siglo.

A su lado, Luis Cairo también recuerda perfectamente la controvertida visita del que estaba por convertirse en el primer presidente negro de esa nación africana.

Él dijo yo soy amigo de Fidel Castro y si tú eres amigo de mi enemigo Eso no le gustó ni a los políticos ni al pueblo aquí, explica.

Para Cairo, los cubanos-estadounidenses saben que Mandela es bueno porque acabó con el apartheid en África e hizo la unión de los negros con la minoría blanca y fue una injusticia que estuviera 27 años en la cárcel porque estaba defendiendo sus derechos.

Pero nosotros aquí estábamos haciendo lo mismo. Parecía que no sabía nada del sufrimiento nuestro aquí. Hay 50.000 cubanos presos, tantos fusilados y nadie hace nada por nosotros.

Cairo recuerda que en la época sintió como que alguien lo hubiera entrenado y le dijo di que tú eres amigo de Fidel Castro. Eso no lo puedes decir aquí, sentencia.

POLÉMICA La polémica fue desatada por una entrevista con la cadena ABC que fue grabada en público en el barrio mayoritariamente negro de Harlem, en Nueva York.

En concreto, lo que dijo fue que tanto Arafat como Gadafi y Castro habían abrazado su lucha. Nuestra actitud hacia un país viene determinada por la actitud de ese país hacia nuestra lucha, dijo, sin querer entrar en cuestiones de política interna de esos países.

Mandela lo tenía claro. Fidel Castro lo apoyó durante sus años en la cárcel y una vez fuera no iba a traicionar eso. Pero en Miami no gustó nada que el carismático líder pasara por alto la situación de los derechos humanos en Cuba.

Fue por eso que el día después a la declaración, el comisionado Víctor de Yurre exigió que la ciudad no rindiera los honores previstos al líder sudafricano.

A su iniciativa se fueron sumando concejales. En tres días, ya había una carta pública firmada por cinco alcaldes diciendo que la declaración de Mandela estaba más allá de lo comprensible. Uno de los firmantes fue Xavier Suárez, entonces alcalde de Miami.

Entonces, la comunidad negra reaccionó exigiendo que además se le dieran las llaves de la ciudad. Pero lejos de eso, Mandela habló ante 6.000 personas en el Centro de Convenciones de Miami, sin que la ciudad oficialmente rindiera ningún tipo de reconocimiento.

La población negra inició un boicot de la industria turística miamense, la más importante de la región, que causó millones de dólares en pérdidas. Meses más tarde, el alcalde Suárez se retractó. BBC Mundo contactó con su oficina, pero el actual concejal prefirió no hacer comentarios.

Y ya en 1992, casi dos años después de la visita, llegó el desagravio con una declaración oficial rindiendo honores a Mandela. El boicot terminó un año después, en mayo de 1993.

Hace unos meses, De Yurre se refirió a la polémica diciendo que nunca podría perdonar a Mandela su apoyo a Castro, por más que efectivamente admirara su lucha, según el diario The Miami Herald.

Y ese es exactamente el espíritu con que La Pequeña Habana de Miami recibió la muerte de Mandela el pasado jueves.

Como le dijo Bernardo Gálvez a BBC Mundo: No fue bien recibido por ser amigo de Fidel, pero una cosa no quita lo otro, lo cortés no quita lo valiente. Fue un gran líder que luchó contra el apartheid y logró la liberación de los sudafricanos.