El desastre golpeó al fabricante de hornillos haitiano Duquesne Fednard sólo una semana después de que sus trabajadores fueron entrenados y estaban listos para empezar la producción.
El terremoto de enero de 2010 causó la muerte de más de 220.000 personas y dejó a más de un millón y medio sin hogar.
La nueva factoría de Fednard fue destruida y sólo quedaron dos piezas de todo el equipo.
Fednard, quien había estado en Nueva York durante el sismo, regresó a Haití seis semanas después y convocó a una reunión a sus 15 empleados para decirles que, con todo destruido, ya no había negocio.
Fue un momento muy, muy duro, expresó. Cuando vi todo eso, pensé bueno, supongo que es el final para mí.
Pero los empleados de Fednard se negaron a dejarlo ir.
Uno me dijo ésto es lo único que nos queda ahora. El terremoto se llevó nuestas casas, nuestras familias y nuestras pertenencias. Te vas a llevar lo último con lo que contamos.
Fednard se sintió honrado. Después de una declaración como esa, sentí que ya no se trataba de mí.
Esto era más sobre dar esperanzas a esta gente.
La producción se trasladó a dos carpas donadas por un empresario local, en las cuales se hacían los hornillos usando técnicas artesanales.
A pesar del contratiempo, la compañía ha vendido 33.000 hornillos y da empleo a 35 personas. El año pasado tuvo una facturación de casi US$100.000.
IMPACTO POSITIVO En Haití, la mayoría de la gente usa estufas de carbón de metal para preparar sus alimentos.
Fednard es el fundador y director ejecutivo de DE Green Enterprises, una compañía que fabrica un hornillo de bajo consumo de combustible llamado Eco Recho, que sólo usa la mitad del carbón que los hornos regulares y se vende a US$10.50.
Los hornillos Eco Recho son más eficientes porque, aunque tienen una cubierta exterior tradicional metálica, también poseen una capa de cerámica interior para retener el calor.
Empresario desde su adolescencia, Fednard se fue de Haití a los 18 años para seguir estudios universitarios en Estados Unidos, que se pagó con ahorros de sus propios negocios incluida una imprenta y con ayuda de sus hermanos.
Estuvo durante más de una década en EE.UU., donde también trabajó en banca de inversiones.
Sin embargo, su meta siempre fue volver a casa para ayudar a su país.
Mientras viajaba por Ghana, vio un hornillo para cocinar que usaba bastante menos carbón que las versiones regulares, gracias a un mejor diseño y aislamiento.
Al ver que las familias haitianas gastan hasta un tercio de sus ingresos en carbón, quedó claro para Fednard que un producto similar tendría gran demanda, además de un impacto positivo.
Semejante hornillo pondría menos presión sobre los suministros de madera en un país que sufre una severa deforestación: sólo el 1,5% de Haití está cubierto de árboles, comparado con casi tres cuartas partes de todo su territorio en la década de 1920.
Fednard, quien ahora tiene 36 años, usó sus ahorros para construir una fábrica y comenzar rápidamente la producción de un hornillo similar, modificando su diseño según las opiniones de los clientes.
Pero entonces el terremoto azotó al país y, tres años después, la compañía sigue produciendo los hornillos en carpas, aunque ha lanzado una campaña de financiación colectiva para recaudar fondos para el edificio de la fábrica y equipos, de modo que pueda mecanizar la producción.
DE planea comenzar a exportar el hornillo a países vecinos en breve y posteriormente expandirse a tecnologías de energía sustentable.
Ahora mismo el objetivo es presentar un combustible alternativo que podamos producir en Haití para reemplazar el carbón, señala Fednard.
La compañía quiere fabricar briquetas de residuos agrícolas y materiales como caña de azúcar, aserrín y cascarilla de arroz.
También tiene un programa piloto para electrificación rural, que dé a las aldeas acceso a la electricidad por primera vez. La empresa planea generar electricidad usando residuos agrícolas.
EMPLEOS PARA LA PROSPERIDAD Fednard ganó recientemente un premio internacional para el desarrollo económico. Él cree firmemente que la empresa representa una salida de la pobreza para Haití y que actualmente hay demasiada dependencia de la ayuda.
Se requiere hacer al negocio parte de la ayuda, precisa. Así es como se podrá ver la mayor rentabilidad y el mayor impacto.
Él cree que tener un empleo es el primer paso hacia una mejor vida para la gente en un país en el que dos tercios de la población adulta están desempleados.
Los empleados de Fednard son todos de Cité Soleil el tristemente célebre barrio marginal de la capital, Puerto Príncipe y para la mitad de ellos es su primer trabajo.
Toda mi idea del desarrollo es que se trata de un enfoque holístico, agrega. Darle a alguien un empleo es el primer paso, porque se le restaura esa sensación de dignidad y esperanza a esa persona.
La compañía alimenta a sus trabajadores una vez al día y espera brindarles seguro médico y también un estipendio para educación.
El empleado que animó a Fednard a continuar con el negocio después del terremoto se mudó recientemente de Cité Soleil por primera vez en su vida.
Fednard afirma: Ver cómo bajo circunstancias muy difíciles la vida está cambiando para nuestros empleados que recién comenzaron a trabajar hace tres años y ahora pueden comprar una casa, es para mí una victoria.