Las autoridades de Filipinas elevaron hoy a 215 la cifra de personas muertas y bajaron a ocho las que siguen desaparecidas por el terremoto de magnitud 7,2 grados que sacudió la región central del país el 15 de octubre pasado.
El Consejo Nacional de Prevención y Respuesta a los Desastres de Filipinas detalló que 201 personas perdieron la vida en la isla de Bohol, 13 en Cebú y la última en la isla de Siquijor, todos ellos territorios de las Visayas.
La agencia señaló que de los 3.225.554 de damnificados, 92.678 filipinos continúan en centros de evacuación y otros 259.399 fuera de ellos.
El seísmo destruyó 12.753 viviendas y dañó a otras 45.167, además de causar numerosos destrozos en iglesias, puentes y carreteras.
Por otro lado, el gobernador de Bohol, Edgar Chatto, indicó que iban a seguir el ejemplo de lo que hicieron los japoneses tras el terremoto y la crisis nuclear de Fukushima para aprovechar la calamidad como atracción turística y con la recaudación ayudar a la provincia a recuperarse.
Hay gente que querrá ver cómo quedaron las iglesias tras el terremoto, indicó Chattó, según el diario local Inquirer.
De las 17 iglesias históricas dañadas por el seísmo, seis pertenecen a Bohol.
El ministro de Turismo de Filipinas, Ramon Jimenez, se comprometió en su día a restaurar todas las iglesias dañadas, pero añadió que el proceso llevaría tiempo y sería muy costoso.
La provincia de Bohol ya es conocida en las rutas turísticas por sus colinas de chocolate, los tarsier y la belleza de sus playas e islas.
Filipinas se asienta sobre el llamado Anillo de Fuego del Pacífico, una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida por unos 7.000 temblores al año, la mayoría moderados.