ÁNGEL HUGO PILARES (@angelhugo) Redacción online

A Hugo Chávez no le gustaba el fútbol, pero fue el presidente que promovió con mayor fuerza ese deporte en un país donde reinaba el béisbol. El propio presidente venezolano fue un hincha acérrimo del Navegantes de Magallanes, un equipo que jugaba en el diamante y no en el rectángulo verde. En Venezuela, el fútbol, acaso el deporte más democrático, se convirtió en una herramienta feliz de un gobierno que estaba en el poder desde 1999. Y su mandatario bautizó con su nombre a un estadio de fútbol en un país tan lejano como Libia.

Para Chávez Libia estaba cerca. En la misión por convertirse en el abanderado de su revolución, estrechó lazos con dictadores como Muamar Gadafi. Y cuenta la historia que este no tuvo mejor manera de devolverle la atención que bautizando un estadio con el nombre del presidente venezolano. El “Hugo Chávez Football Stadium” con capacidad para 10 mil personas se inauguró el 5 de marzo del 2009 con un amistoso entre las Sub 23 de Libia y Siria que quedó 2-1 a favor de la visita. Quedaba en Benina, una ciudad ubicada a 19 kilómetros al este de esa Bengasi que se volvió escenario de la guerra civil.

Al Hugo Chávez de antes de la revolución no le hubiera interesado un resultado futbolero en un país tan remoto. El propio presidente contó que ingresó a la academia militar con el sueño de ser beisbolista y jugar en las Grandes Ligas del país que es casa del imperialismo y se sabe que durante su mandato apoyó tibiamente al Caracas FC en la liga venezolana de fútbol. A Chávez le gustaba acercarse a la gente y evangelizar sobre la revolución en los estadios, pero el que llevaba su nombre en Libia ya no está más: luego de la caída del régimen de Gadafi, su nombre fue sustituido por otro acorde a los nuevos tiempos y se llama “Martyrs of February” (Mártires de febrero) en honor a los muertos de la guerra civil.

LA COPA AMÉRICA Y LA >VINOTINTO Pero el romance de Chávez con el fútbol puede que haya iniciado poco antes del 2007, cuando el calendario de la Conmebol dictaba que la ">Copa América se realice en Venezuela y el aprovechó para mostrar la mejor cara de su país.

Venezuela, durante un torneo tibio y sin tanto arrastre popular, ostentó estadios monumentales que hacían agua por dentro en medio de las lluvias tropicales. Fue garantía de seguridad en un lugar donde los enviados especiales recibieron la amenaza de un grupo no afiliado al Gobierno para no hablar de la política venezolana. E impulsó la “honestidad” de sus ciudadanos mientras se escuchaban voces que decían que las entradas para los partidos se traficaban entre los allegados a la maquinaria estatal.

Aquella vez constatamos también que la Copa América sirvió para inyectarle una fuerza propagandística al potenciar a “la vinotinto” como un sello de identidad venezolana que aparecía desde pósters hasta en latas de gaseosa. Y convirtió en héroes populares a ese equipo que escuchaba un durísimo “Y va a caer, y va a caer, la dictadura va a caer” en todos los estadios donde se presentaba, en referencia al mandatario. Incluso, cuando venció 2-0 a Perú en el Polideportivo de Pueblo Nuevo.

Con el apoyo de Chávez la selección venezolana pasó de ser el peor equipo de Sudamérica a un cuadro que puede pelear los puntos en casa y de visita. Y los números no solo avalan su actual campaña en las Eliminatorias (donde por estos días está en zona de clasificación), sino que es algo sostenido en el tiempo: desde 1999 la selección venezolana ha subido 65 puestos en el ránking FIFA, donde ahora se encuentra en la posición 45.

LOS OTROS DEPORTES Chávez no solo apoyo a los deportes de masas. Deporte considerados como de élites por Chávez como la esgrima y el automovilismo formaron parte de la política deportiva de Chávez.

El auge del gobierno venezolano como impulsor del deporte también se vio en Londres 2012, cuando Rubén Limardo derrotó en la especialidad de espada al noruego Bartosz Piasecki, logró la medalla de oro para su país (la segunda en su historia) y recibiendo la espada de Bolívar de la mano del presidente como máximo reconocimiento.

Mientras tanto, Pastor Maldonado, un piloto de la Fórmula 1 que se considera a sí mismo como socialista y amigo personal del mandatario, ha llorado su deceso en la intimidad y a través de Twitter: “Me uno en este profundo dolor por el que estamos pasando todos los venezolanos, mi pesar a la familia Chavez y a toda Venezuela”, fue su primer mensaje en la red social a la que siguió este: Hoy no se ha ido solo un presidente, hoy se nos fue un gran hombre cuyos ideales trascendieron más allá, un soldado, un luchador, ¡un héroe!. Con Chávez se habría ido su espónsor. En medio de la guerra de las últimas elecciones venezolanas, se filtró un supuesto contrato de patrocinio por 29 millones de libras anuales entre la estatal Petróleos de Venezuela y Williams, el empleador del piloto que logró el año pasado el primer puesto en el GP de España.

Hay venezolanos que lloran a Chávez, pero un argentino también. Diego Armando Maradona ha rezado por él “todos los días”. Pero el presidente fallecido no debe haber vibrado como otros con el Diego, sino hasta que hablaron de política. Su común amistad con Fidel Castro fue el detonante para que se acercaran, y aparezcan juntos en un documental de Emir Kusturica sobre el ‘Diez’. Abrazados en el llamado Tren del Alba hasta Mar del Plata.