Tendida sobre el pavimento y asistida inicialmente por dos hombres que fueron a su auxilio. Así apareció en escena la joven Sydney Corcoran la tarde del lunes tras las explosiones que sembraron pánico en la maratón de Boston. Su imagen ilustró el terror desatado al final de la competencia deportiva y fue portada de diarios de todo el mundo, incluida la de El Comercio.
La estudiante de una escuela secundaria de Lowell, en Massachusetts, resultó con profundas lesiones arteriales pero se recupera en un hospital de Boston. Su madre. Celeste Corcoran también fue herida por las explosiones, pero no tuvo la misma suerte que su hija. Los diarios Boston Globe, Lowell Sun y Dailly Mail informaron que a la mujer le tuvieron que amputar las piernas.
Celeste se encontraba en Boston para ver correr a su hermana, la tía de Sydney, quien habría resultado ilesa en los atentados. Un hijo de Celeste, Tyler Corcoran, dijo que también debió estar en ese evento pero hubo un cambio de planes con sus amigos de la universidad. “Pensé que ya habíamos terminado con los eventos traumáticos”, comentó el joven.
Tyler se refería al accidente de tránsito que sufrió su hermana el año 2011 cuando al cruzar la pista fue golpeada por un automovilista anciano. El accidente la dejó con una fractura de cráneo pero logró recuperarse del trauma. Dos años después, la buena fortuna (buena en medio de la tragedia) volvió a acompañarla e impidió que se convierta en la cuarta víctima de las explosiones de Boston.
Sydney y Celeste son dos de las 176 personas que resultaron heridas en el atentado calificado como cobarde” y “atroz” por el presidente Barack Obama. Los estallidos dejaron tres muertos: el niño Martin Richard (8), la joven Krystle Campbell (29) y la estudiante universitaria china Lu Lingzi (23).