Milagros Asto Sánchez

Antes de que el presidente Jovenel Moise fuera asesinado a tiros en su residencia la madrugada del miércoles último, Haití ya estaba sumido en una espiral de caos y anarquía. Las noticias que llegaban de la nación más pobre de América daban cuenta de una severa crisis política, socioeconómica y de seguridad que amenazaba con terminar de hacer estallar al maltrecho país.