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Nicaragua
Redacción EC

Miles de seguidores del gobierno de  conmemoraron este jueves en Managua el 39 aniversario de la Revolución Sandinista, en presencia del presidente  cuyo gobierno reprimió las protestas que durante los últimos tres meses reclamaron su salida del poder y dejaron más de 350 muertos.

La multitud se reunió en La Plaza La Fe, una explanada en el malecón de Managua, que se tiñó de rojo y negro, los colores de la bandera sandinista, ante una enorme tarima en la que Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, encabezaron la celebración con invitados del cuerpo diplomático y los poderes de Estado. 

Durante su discurso, Ortega cargó contra los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, a quienes tildó de "golpistas".

El mandatario denunció que es víctima de una "conspiración armada y financiada por fuerzas internas y externas" -que no mencionó- que intentan derrocarlo del poder, en el que se mantiene desde enero del 2007.

Esas "fuerzas", sostuvo, cuentan con la "complicidad" de los obispos nicaragüenses, que actúan como mediadores y testigos de un diálogo nacional.

Según Ortega, los obispos dejaron en evidencia sus intenciones "golpistas" cuando le presentaron una propuesta para superar la crisis, que incluía adelantar las elecciones generales para marzo del 2019 y reestructurar el Estado.

El Episcopado propuso a Ortega, el 7 de junio pasado, adelantar los comicios generales de noviembre del 2021 al 31 de marzo del 2019, sin que él pueda presentarse a la reelección, para superar la crisis, lo que, según el mandatario, lo "sorprendió" y se dijo: "(Los obispos) están comprometidos con los golpistas".

"Eran parte del plan con los golpistas", continuó el presidente, ante miles de nicaragüenses que se congregaron en la Plaza de la Fe Juan Pablo II, una explanada ubicada a orillas del Lago de Managua, al que acudió, como invitado, el nuncio apostólico Stanislaw Waldemar Sommertag.

"Me duele mucho decir esto, porque le tengo aprecio a los obispos, les respeto, soy católico", señaló Ortega, quien observó que dentro del Episcopado hay obispos con posiciones de mayor confrontación y otros más moderados, "pero lamentablemente siempre se impone la línea de la confrontación, no de la mediación".

Por tanto, Ortega descalificó a los obispos como mediadores del diálogo porque, a su juicio, "tomaron partido", están comprometidos con los "golpistas" y promueven el levantamiento de "sectas satánicas".

Reprochó que los obispos hayan invitado a la ciudadanía a sumarse este viernes a un día de ayuno y al rezo de la oración de exorcismo a San Miguel Arcángel, en "desagravio por las profanaciones" de estos últimos meses "contra Dios" con la violencia desatada en el país.

Los obispos instaron, "especialmente a los policías, militares y demás empleados públicos" que apoyan la violencia contra los nicaragüenses por orden del Gobierno, a reflexionar sobre la "grave y urgente" situación del país y a tomar las decisiones "que su conciencia les dicte y se comprometan a defender la vida, la verdad y la justicia".

"¡Qué exorcicen a los demonios que tienen allí!", clamó Ortega, para quien los obispos hicieron esa invitación porque decidió restablecer el orden con el uso de la fuerza "y eso es lo que los tiene irritados, enfurecidos,y están llamando a exorcizarnos".

El mandatario instó a los obispos a "rectificar y que no estén levantando a estas sectas satánicas, golpistas y asesinas", en alusión a los sectores opositores al Gobierno.

Durante su discurso, el mandatario también desafió a la Organización de Estados Americanos (OEA), cuyo Consejo Permanente aprobó este miércoles en una sesión extraordinaria una resolución que le pide elecciones anticipadas.

"Las decisiones de Nicaragua no se toman en Washington (sede de la OEA), se toman en Managua", remarcó.

La resolución fue aprobada con el voto a favor de 21 de los 34 miembros activos de la OEA, mientras que tres (Nicaragua, Venezuela y San Vicente y las Granadinas) votaron en contra y se registraron siete abstenciones y tres ausencias.

Contrario a otros años, en esta ocasión Ortega no fue acompañado por ningún jefe de Estado en la celebración de la revolución que el 19 de julio de 1979 derrocó al dictador Anastasio Somoza.

No acudieron este año dos personajes recurrentes en la celebración, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, y la Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú.

Tampoco asistió la presidenta electa de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, quien el año pasado expresó apoyo al Gobierno de Ortega.

La primera dama y vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, agradeció "de manera especial" la presencia del nuncio apostólico Stanislaw Waldemar Sommertag, quien el 9 de julio fue agredido físicamente por simpatizantes de Ortega.

A la celebración también asistieron el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, y su homólogo de Venezuela, Jorge Arreaza.

Representantes de Antigua, Alemania, Arabia Saharaui, Bolivia, Corea, Cuba, El Salvador, España, Irán, Palestina, Guatemala, Japón, México, Panamá, Rusia, República Dominicana, San Vicente y las Granadinas, Taiwán y Venezuela, estuvieron presentes en el acto, afirmó Murillo.

Los invitados especiales fueron acompañados en la tarima por cientos de integrantes de la Juventud Sandinista, vestidos de blanco y con pañoletas rojinegras, colores del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Los simpatizantes sandinistas llegaron con familias, incluidos niños, desde diferentes puntos de la capital con las banderas, gorras y pañuelos rojo y negro, vestidos con camisetas con la imagen de Ortega o con esloganes que decían "Puro Amor", en alusión a los mensajes de "paz y amor" que lanzó el gobierno en medio de la crisis de las protestas.

"No se va, no, se queda" coreaba la multitud, mientras algunos bailaban canciones que exaltan al líder sandinista, con estribillos como "aunque te duela, Daniel se queda".

"Venimos para confirmar una vez mas que el pueblo apoya a Daniel y que el FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional) es la única opción que vela por los intereses del pueblo", dijo a la AFP Alina Manzanares, de 51 años.

"El presidente se queda porque tiene la mayoría. La derecha está siendo financiada por los Estados Unidos para venir a botarnos la revolución que nos ha costado, y esta revolución no se va a caer así por así", dijo de su lado Edith Hernández, 66 años.

La conmemoración tiene lugar dos días después que el gobierno tomó control de la ciudad rebelde de Masaya, el último feudo controlado por sus opositores, tras un violento enfrentamiento de seis horas que dejó al menos dos muertos, según un organismo de derechos humanos.

La recuperación del control en Masaya animó al oficialismo, pese a que el clima de violencia que vive el país desde el 18 de abril, cuando estallaron las protestas, parecía empañar la fiesta sandinista.

- Otros sin celebrar -

En Masaya, cuyos pobladores acostumbraban salir en caravana a Managua para el 19 de julio, las familias se reguardaron en sus casas, mientras los paramilitares que tienen ocupada la ciudad bailan al son de música sandinista.

"¿Qué vamos a celebrar nada hoy? Estamos mal, uno pobre, todo caro, no hay ni gente en las calles. Lo que ha pasado en el país es horrible", dijo a la AFP Petrona Amador, una jubilada de 82 años de Managua.

"Antes se celebraba con mucha alegría, pero este gobierno ha estado masacrando, asesinando, llevando presa a mucha gente", dijo el taxista y ex militar Gerardo.

En las últimas semanas, el gobierno de Ortega endureció la represión contra los opositores que bloquearon carreteras y controlaron ciudades, hasta desalojar por la fuerza a sus adversarios.

- Líder revolucionario -

El Daniel Ortega actual dista entonces de la figura que emergió de la Revolución Sandinista de 1979, cuando encabezó al movimiento guerrillero que libró a Nicaragua de la dinastía de los Somoza.

Tras dejar el poder por la vía electoral en 1990, Ortega volvió a la presidencia por las urnas en el 2007 y desde entonces se reeligió en dos ocasiones, la última en el 2016, con su esposa Murillo como vicepresidenta.

Aliado de los empresarios, Ortega despertó críticas por tomar pleno control de los poderes del Estado: el parlamento, la justicia y el tribunal electoral.

Sus detractores lo acusan de conformar, junto a su esposa, un régimen marcado por el nepotismo y el autoritarismo.

Las protestas en contra del gobierno estallaron hace tres meses en oposición a una reforma a la seguridad social, pero la represión hizo que se propagaran hasta convertirse en un amplio movimiento que reclamó la salida del poder de Ortega.

Fuente: AFP / EFE

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