Nicaragua, foco de la segunda ola migratoria de la región. (Foto: Reuters)
Nicaragua, foco de la segunda ola migratoria de la región. (Foto: Reuters)
Redacción EC

La migración de nicaragüenses a otros países americanos y europeos no es un fenómeno reciente, pero en los últimos meses las cifras se han ido incrementando a raíz de la crisis política y económica que está atravesando la nación debido al mal manejo que el presidente , de la mano de su vicepresidenta y esposa, Rosario Murillo, les han dado a los recursos, el poder y el descontento social del pueblo durante su prolongado mandato.

Tras la de Venezuela, se puede convertir en la segunda ola migratoria de la región.

Ya van más de tres meses de protestas en las que los nicaragüenses, en pie de lucha, se han encontrado con represión, violencia e indiferencia de las autoridades, que hasta el momento han dejado un saldo de entre 322 y 448 muertos, según organismos humanitarios, mientras que el Gobierno habla de solo 198.

Así, la tiranía que está comenzando a ser un sinónimo de la familia Ortega-Murillo ha desatado una de las olas migratorias más intensas de los últimos años en el país centroamericano, que en las décadas de los setenta y ochenta vivió un fenómeno similiar –bajo la dictadura de Anastasio Somoza– que obligó a cientos de nicaragüenses a buscar un mejor futuro en países como Costa Rica, Estados Unidos, Honduras y, en menor medida, España.

Varias de estas familias regresaron años después a Nicaragua, pero de nuevo han tenido que enfrentarse a un gobierno que no les brinda las garantías mínimas para sobrevivir en un país que iba en un importante ascenso económico, y han tenido que tomar la decisión de volver a abandonar sus hogares, o por lo menos enviar a sus hijos al extranjero por falta de oportunidades laborales.

— Xenofobia —

"¡Fuera nicas!” fue uno de los gritos, acompañado de banderas, esvásticas, groserías e insultos que se pudieron escuchar durante una marcha en San José hace pocos días, en la que los protestantes pedían al gobierno del presidente Carlos Alvarado Quesada cerrar las puertas a los migrantes nicaragüenses que llegan a su país, en un fenómeno que ellos consideran “masivo”.

Costa Rica ha sido el país preferido históricamente para la migración nica dada su cercanía geográfica. Aunque las cifras oficiales todavía son ambiguas, datos del gobierno de San José indican que desde junio, un total de 23.000 nicaragüenses han solicitado refugio en el país.

Costa Rica es una nación de apenas 4,9 millones de habitantes y cerca del 8 por ciento de su población es inmigrante, la mayoría nicaragüense. Pero en los últimos años ha sufrido una caída sensible de su nivel de vida y de la calidad del empleo, que ha sido sentida por los ciudadanos, acostumbrados a tiempos mejores.

Alvarado ha manejado hasta el momento una política de apertura hacia la llegada de migrantes, y ha pedido en distintas ocasiones a los costarricenses no responder a estas personas con un mensaje de odio.

“Frente a llamados de odio o violencia, debe prevalecer la sensatez, la prudencia, la inteligencia y la solidaridad. En ese esfuerzo necesitamos de usted, y de todas las personas del país”, dijo Alvarado a la TV.

Pero los esfuerzos del gobierno y los diferentes sectores por combatir la xenofobia no parecen ser suficientes ante hechos que refuerzan este rechazo de los costarricenses a la migración de nicaragüenses.

Esto sucede porque a principios de mes, el Ministerio de Seguridad Pública (MSP) de Costa Rica informó del arresto de un hombre de nacionalidad nicaragüense como sospechoso de asesinar a Arantxa López Gutiérrez, turista española que se encontraba en Tortuguero (Costa Rica), una recóndita zona del Caribe del país cerca de la frontera con Nicaragua. La mujer fue hallada muerta en un sendero, con señales de estrangulamiento, por personal del hotel en el que se alojaba con su esposo.

“Yo todavía no puedo creer que haya tenido que dejar mi casa y mi vida para salir a buscar un mejor futuro en otro lugar. Mi corazón se queda en Nicaragua”, dijo a EL TIEMPO Isolda, una madre nicaragüense que el lunes salió de su país con sus hijos de 10 y 6 años para migrar a Costa Rica.

“No pude seguir mi camino, quería llegar a EE. UU., pero el dinero no me alcanza. Espero encontrar un mejor futuro con mis hijos acá. El presidente Alvarado ha sido bueno con nosotros”, añade Isolda, quien prefirió no dar sus apellidos.

Fuente: María del Mar Quintana de El Tiempo de Colombia / GDA

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