El lunes 15 de julio, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, contrajo matrimonio con su pareja de años, Cilia Flores, considerada como “la primera combatiente” del país y una de las más reconocidas chavistas desde hace años.

Lo que no se conocía, sin embargo, era la agenda que cumpliría el mandatario como parte de su luna de miel. Según el portal web ABC, la primera noche después de la ceremonia fue “muy romántica”, con una vista envidiable sobre la bahía de Juan Griego, en la isla de Margarita. Ahí se llevaron a cabo las nupcias entre la pareja que se conoció hace 20 años, cuando Chávez estaba preso por golpista: Maduro era su hombre de confianza y Cilia era su abogada.

Una hora antes de viajar a esta mansión, Maduro entregó la casa número 400 mil del gobierno chavista como parte del programa “Gran misión vivienda”. El evento se llevó a cabo en Los Pintos, en el sector Macho Muerto de Porlamar, una de las pocas zonas humildes de la isla.

Sin embargo, apenas terminó el acto popular, Maduro y su mujer atendieron la invitación del millonario Antonio Lecuna, anfitrión de la pareja presidencial para el banquete de bodas y dueño de la mansión con ocho habitaciones en la cual fue la luna de miel.

Lecuna es un empresario muy conocido de la isla y es buen amigo de los chavistas. Ganó su fortuna fabricando piezas de hierro y descendiente de una familia venezolana adinerada y vinculada al sector bancario. Vicente Lecuna, su padre, fue presidente y fundador del Banco de Venezuela.

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