"The Washington Post" reveló que se intentó un posible viaje del abogado de Donald Trump a una conferencia económica en Rusia que contaría con la presencia del presidente Vladimir Putin. (Foto: EFE)
"The Washington Post" reveló que se intentó un posible viaje del abogado de Donald Trump a una conferencia económica en Rusia que contaría con la presencia del presidente Vladimir Putin. (Foto: EFE)
Farid Kahhat

Quienes responden con un inequívoco “sí” a esa pregunta cometen, en mi opinión, varios errores. Estos derivan de aceptar el anacronismo contenido en la formulación de la pregunta: la Guerra Fría enfrentó a Estados Unidos con la Unión Soviética, no con Rusia.

Esa no es una diferencia menor por varias razones. La primera razón es que la soviética era la segunda economía mundial y equivalía a la mitad del PBI estadounidense. Rusia, en cambio, es la duodécima economía del mundo y representa algo más del 7% del PBI de Estados Unidos. Por eso mientras el gasto en defensa soviético llegó a ser comparable con el estadounidense, según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, el gasto en defensa de Estados Unidos en el 2014 era mayor que la suma de los ocho países que le seguían en nivel de gasto, seis de los cuales eran aliados suyos. Esto último es relevante porque, a diferencia del Pacto de Varsovia que le permitía a la Unión Soviética tener tropas en el territorio de la actual Alemania, Rusia no cuenta con una alianza remotamente comparable a la OTAN. Por eso su proyección de poderío militar se extiende únicamente a Siria, Vietnam y algunos de los estados desgajados de la antigua Unión Soviética. En cambio, según la revista “The Nation”, Estados Unidos posee bases militares en ochenta países del mundo.

Por último, la Guerra Fría no solo fue un conflicto mundial por el alcance de las alianzas involucradas, sino también porque Estados Unidos y la Unión Soviética representaban regímenes políticos y sistemas económicos antagónicos, que sus gobiernos promovían como modelo por seguir para el resto del mundo. La ideología legitimadora tras el gobierno de Putin es, en cambio, el nacionalismo ruso, el cual ejerce un escaso poder de atracción sobre quienes no poseen esa nacionalidad.

Existe, sin embargo, una excepción notable a lo dicho hasta aquí. La Guerra Fría obtuvo ese nombre por contraposición a las temperaturas infernales que podría generar una guerra nuclear. El principio básico era que, dada la posible destrucción mutua en una guerra entre Estados que poseían los mayores arsenales nucleares del mundo, estos se avenían a dirimir sus conflictos de intereses a través de sus aliados, evitando una confrontación directa. Esa que fue una característica medular de la Guerra Fría se mantiene vigente hoy. Por suerte, me sentiría tentado a agregar.

Si bien Rusia ya no es siquiera la segunda potencia militar por nivel de gasto en defensa (esa es China), sigue siendo el único país que cuenta con un arsenal de armas nucleares comparable en magnitud con el de Estados Unidos. Cabe discutir si poseer miles de cabezas nucleares brinda a Rusia una mayor capacidad de disuasión que aquella con la que cuenta China, que posee solo unas centenas. Cabría argüir, por ejemplo, que, aunque no deje de impresionar el número hipotético de veces que esos arsenales podrían destruir todo vestigio de vida humana, solo se muere una vez. De lo que no cabe duda es de que brindan a las partes incentivos para seguir una máxima acuñada durante la crisis de los misiles en Cuba. A saber, que en la era nuclear los estados deben hacer la guerra como los puercoespines hacen el amor: con sumo cuidado.

*El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

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