Al menos 45 personas han muerto y 149 más resultaron heridas en un atentado en un barrio de mayoría chií de la ciudad de Karachi, en el sur de Pakistán, informaron fuentes policiales. Se trata del atentado más mortal en tres años en la capital económica del país.

El atentado con lo que parece ser un coche bomba se produjo cuando los fieles salían de una mezquita. Poco despúes, se produjo otra explosión, cuyo origen se desconoce, según AFP.

El ataque, cuya autoría aún se desconoce, ocurrió hacia las 19:30 hora local y un responsable policial del barrio de Abbas Town, donde ocurrió la tragedia, afirmó que es posible que aumente el número de fallecidos. Más de un centenar de tiendas y apartamentos han resultado destrozados por la explosión.

Otra fuente de la Policía de Karachi detalló que las dos bombas explotaron con cinco minutos de diferencia y que la primera de ellas estaba colocada en una motocicleta aparcada en la calle.

Medios locales elevan la cifra de muertos y precisan que el ataque tuvo lugar en las cercanías de una mezquita.

El primer ministro, Rajá Pervez Ashraf, condenó el atentado y afirmó mediante un comunicado que los que apuntan a civiles inocentes sirven a los intereses de elementos contrarios al Estado y a la sociedad.

SECUELA DE ATENTADOS Los atentados de carácter sectario se han incrementado en el último año dentro de un marco general de recrudecimiento de la violencia terrorista en Pakistán.

Hace tres meses un atentado con motocicleta bomba mató a tres personas de confesión chií frente a un centro de culto de esta rama minoritaria del islam en el mismo barrio de la ciudad portuaria de Karachi, la más poblada del país asiático.

En dos de las peores masacres de sectarias de la historia de Pakistán, más de 200 personas murieron los pasados meses de enero y febrero en dos ataques casi idénticos perpetrados contra la comunidad chií de la ciudad occidental de Quetta.

Esas matanzas han provocado airadas protestas de la minoría chií (cerca del 20% de la población), pero las autoridades paquistaníes se muestran impotentes para frenar la creciente sangría que sufre este grupo religioso