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El papa en Birmania
Redacción EC

Acogido por miles de birmanos con atuendos tradicionales, el papa Francisco comenzó este lunes en Birmania una visita particularmente delicada, iniciada por un encuentro con el jefe del ejército, acusado de llevar a cabo una "limpieza étnica" de la minoría musulmana rohingya.

El general Min Aung Hlaing mantuvo la primera audiencia con el papa a última hora de la tarde en su residencia, un agregado de última hora a su agenda que permitió al poderoso jefe del ejército posicionarse como interlocutor de primer plano antes del encuentro el martes con la líder civil y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.

La reputación de Aung San Suu Kyi a nivel internacional quedó empañada por la falta de empatía mostrada hacia los rohingyas, unos 620.000 de los cuales escaparon desde finales de agosto al vecino Bangladesh para escapar a una dura campaña de represión que Naciones Unidas calificó de "limpieza étnica".

Las organizaciones de defensa de los derechos humanos acusan al general Min Aung Hlaing de ser el principal responsable de esa campaña de represión. 

--- Creer en la paz ---

El sumo pontífice sabe que sus palabras sobre los rohingyas serán cuidadosamente analizadas durante esta visita de cuatro días. Francisco no ha dudado en denunciar en los últimos meses el trato que reciben quienes califica de sus "hermanos rohingyas", aún a riesgo de molestar a la mayoría budista del país.

La opinión pública birmana, con un fuerte nacionalismo budista antimusulmán, está indignada con los cuestionamientos de la comunidad internacional sobre la manera como el gobierno gestiona el conflicto.

Sin embargo, los numerosos católicos que llegaron de toda Birmania, con banderas birmanas y del Vaticano, para ver al papa el lunes quieren creer que la paz es posible.

Los aproximadamente 700.000 católicos de Birmania -algo más del 1% de los 51 millones de habitantes del país- tienen muchas expectativas puestas en esta visita.

Antes del brote de violencia de agosto, alrededor de un millón de musulmanes rohingyas vivían en Birmania, muchos de ellos desde hacía varias generaciones. Pero desde la ley de 1982, no gozan de la nacionalidad birmana y constituyen la mayor población apátrida del mundo.

Pero el margen de maniobra del papa es pequeño porque "la gran mayoría de la gente de Birmania no se cree el discurso internacional de los abusos contra los rohingyas ni el éxodo de un gran número de refugiados a Bangladesh", explica Richard Horsey, analista independiente establecido en Birmania.

"Si el papa viene y trata de forma insistente ese asunto, se atizarán las tensiones", añade.

¿Evitará, en este contexto, pronunciar el término "rohingya", tabú en Birmania, como le recomienda la Iglesia local, temerosa de que pueda despertar la ira de los extremistas budistas?

Francisco es el primer papa que visita Birmania, donde se espera que unas 200.000 personas acudan a la misa al aire libre que celebrará en Rangún el miércoles.

Fuente: AFP

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