El cardenal Jorge Mario Bergoglio es el primer papa jesuita en ser elegido y ha pasado casi toda su carrera en Argentina, supervisando templos y curas párrocos.

Bergoglio, de 76 años, habría recibido la mayor cantidad de votos detrás de Joseph Ratzinger en la elección papal del 2005 y se ha especializado en el tipo de trabajo pastoral que algunos consideran esencial para su nuevo cargo. En una vida de enseñanza y dirección de religiosos en Latinoamérica, región que tiene el mayor porcentaje de católicos en el mundo, ha demostrado una aguda sensibilidad política como también una humildad que sus colegas valoran mucho, según su biógrafo oficial, Sergio Rubín.

El arzobispo de Buenos Aires probablemente alentaría a los 400.000 sacerdotes en el mundo a salir a las calles para conquistar más almas, dijo Rubín. Prefiere tener una presencia discreta y su estilo personal es la antítesis del esplendor de la Santa Sede. Es una cosa muy curiosa, afirmó Rubín. En reuniones de obispos siempre quiere sentarse en las últimas filas. Esta sencillez cayó muy bien en Roma.

Bergoglio es notorio por haber modernizado la Iglesia argentina que había estado entre las más conservadoras de Latinoamérica.

Pese a ser el primero en la jerarquía eclesiástica argentina, nunca ha vivido en la elegante mansión eclesiástica en Buenos Aires y ha preferido una cama sencilla en un cuarto céntrico, alejando el frío de invierno con una pequeña estufa. Durante años se movilizó en transporte público por la ciudad y se preparó sus propias comidas.

El nuevo Papa ha disminuido un poco su actividad con la edad y está sintiendo los efectos de la extirpación de un pulmón debido a una infección que padeció de adolescente.

Se le considera moderado con mentalidad flexible, aunque sus posiciones doctrinales y espirituales condicen con el legado de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

BERGOGLIO Y EL MATRIMONIO HOMOSEXUAL El nuevo Pontífice no pudo impedir que Argentina fuera el primer país latinoamericano en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni tampoco que la presidenta Cristina Fernández promoviera anticonceptivos e inseminación artificial gratuitos. Cuando Bergoglio sostuvo que las adopciones de niños por parte de homosexuales eran discriminatorias contra los niños, la presidenta comparó su afirmación con la época medieval y la Inquisición.

Esa caracterización es injusta, afirma Rubín, quien escribió El jesuita, la biografía autorizada de Bergoglio.

¿Es Bergoglio un progresista, un teólogo de la liberación? No. No es un tercermundista. ¿Cuestiona el FMI y el neoliberalismo? Sí. ¿Pasa mucho tiempo en las villas (vecindarios pobres)? Sí.

LA DICTADURA MILITAR Los críticos lo acusan de no haber enfrentado públicamente a la dictadura militar de 1976-1983, cuando las víctimas y sus familiares solían denunciar secuestros, tortura y muerte a los sacerdotes que supervisaba como líder de la orden jesuita en Argentina.

Al igual que otros intelectuales jesuitas, Bergoglio se ha concentrado en la obra social. Los católicos siguen comentando su discurso del año pasado en que acusó de hipocresía a otros religiosos por olvidar que Jesucristo bañó a leprosos y comió en compañía de prostitutas.

En nuestra región eclesiástica hay presbíteros que no bautizan a los chicos de las madres solteras porque no fueron concebidos en la santidad del matrimonio, dijo Bergoglio a sus sacerdotes. Estos son los hipócritas de hoy. Los que clericalizaron a la Iglesia. Los que apartan al pueblo de Dios de la salvación. Y esa pobre chica que, pudiendo haber mandado a su hijo al remitente, tuvo la valentía de traerlo al mundo, va peregrinando de parroquia en parroquia para que se lo bauticen.

Bergoglio comparó este concepto del catolicismo con los fariseos de la época de Cristo: los que se autoelogian a la vez que condenan al prójimo.

Jesús nos enseña el otro camino: salir a dar testimonio, salir a interesarse por el hermano, salir a compartir, salir a preguntar, encarnarse, dijo Bergoglio. Clericalizar la Iglesia es hipocresía farisaica. La Iglesia del vengan adentro que les vamos a dar las pautas acá adentro y lo que no entra no está, es fariseísmo.