Poroshenko, de magnate del chocolate a presidente de Ucrania
Poroshenko, de magnate del chocolate a presidente de Ucrania

Moscú (EFE) El multimillonario ucraniano Petro Poroshenko, conocido como el "rey del chocolate" por sus negocios de dulces y bombones, es el gran favorito para la victoria en las presidenciales del domingo en Ucrania, en gran medida por patrocinar las protestas del pasado invierno.

"No hay dinero gris, ni negro, ni blanco. O combatimos la corrupción o es que estamos implicados en ella", afirmó Poroshenko, uno de los hombres más ricos de Ucrania, durante la campaña electoral.

Aunque ha centrado su campaña en la lucha contra la corrupción, no es por eso por lo que Poroshenko encabeza las encuestas con gran ventaja sobre su principal rival, la ex primera ministra Yulia Timoshenko.

Poroshenko fue el principal patrocinador del Maidán (plaza), el movimiento de protesta pacífica que desembocó en violentos disturbios y condujo en febrero pasado al derrocamiento del presidente Víktor Yanukóvich.

Los ucranianos han premiado su generosidad con unos índices de popularidad que rondan el 50 por ciento de intención de voto y que podrían granjearle la victoria electoral en la primera vuelta.

Al contrario que en la Revolución Naranja de 2004, cuando participó activamente en los mítines en Kiev, Poroshenko mantuvo un perfil bajo durante el Maidán y dejó que otros sufrieran el desgaste.

Una vez que se confirmó que su candidatura era la más prometedora, el líder más carismático de las protestas populares, el boxeador Vitali Klitschkó, le cedió el paso para postularse él a la Alcaldía de Kiev.

Nada más presentar su candidatura, Poroshenko tendió una mano a Timoshenko, pero ésta rechazó la propuesta y prometió una lucha sin cuartel contra el oligarca, al que se la tiene jurada desde 2005.

Los analistas consideran que la Revolución Naranja fracasó debido a la incompatibilidad entre Timoshenko, entonces primera ministra, y Poroshenko, mano derecha del presidente Víktor Yúschenko.

Desde entonces, se alejó de la política durante varios años para centrarse en su emporio empresarial, encabezado por Roshen, considerada una de las mayores compañías mundiales en producción de bombones y dulces.

Durante la campaña, el candidato ha contado con la ventaja de ser el dueño de varios medios de comunicación, lo que le ha permitido eludir los debates y propagar su mensaje electoral sin apenas participar en actos.

Al contrario que su rival, Poroshenko ha optado por una campaña sin estridencias, en la que ha dado prioridad a propuestas concretas, alejadas del toque populista del resto de candidatos.

Entre otras cosas, ha prometido convocar elecciones parlamentarias a finales de año para acabar con la interinidad del Gobierno de unidad nacional creado tras la caída de Yanukóvich.

Antes de presentar su candidatura, viajó a Crimea para intentar mediar en el conflicto en la península prorrusa, pero durante su visita a Simferópol fue increpado por una agresiva multitud, y esas imágenes podrían aportarle réditos electorales.

Poroshenko ha acusado a Rusia de instigar la sublevación prorrusa en el este ucraniano -dos regiones se han proclamado independientes- y ha abogado por reforzar las Fuerzas Armadas para defender el país en caso de una agresión exterior.

Pero también ha anunciado que, si gana los comicios, su primer viaje una vez asuma el cargo lo realizará al este prorruso, para recuperar la confianza de su gente en el Gobierno central.

En una muestra de su carácter camaleónico, Poroshenko fue uno de los fundadores del Partido de las Regiones, el más votado en el este rusohablante; y ostentó cargos de responsabilidad en el Gobierno cuando eran presidentes tanto Yúschenko como Yanukóvich.

Poroshenko se ha labrado una imagen moderada, muy alejada del radicalismo de Timoshenko, que lo convierte en un candidato ideal en tiempos de crisis, tanto para Rusia como para Occidente.

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