Desde que terminó el funeral de Estado de Hugo Chávez, dos hileras casi constantes de venezolanos han desfilado ante su féretro: kilométricas filas para darle un último adiós al líder de la revolución bolivariana.

En la capilla ardiente de la Academia Militar de Caracas reposa con su característica boina roja, de uniforme militar y una expresión serena en la que llama la atención el maquillaje.

La mitad superior del féretro acristalado para que sus seguidores puedan verlo y despedirse de su comandante-presidente. Cuesta reconocerlo a primera vista. Son sólo dos segundos, tras los que muchos rompen a llorar y se abrazan a los suyos.

Tras días de empujones y carreras, este miércoles la fila era bastante más tranquila. Antes, bajo el recio sol de Caracas y sobrepasados por quienes no respetaban su turno, la misión era mucho más difícil.

Seguros de que no iban a tener tiempo, la mayoría desesperaba. Por eso fue recibido con alivio el anuncio de Nicolás Maduro de que estaría siete días más en capilla ardiente. No tanto así, eso de mantenerlo embalsamado y expuesto en un museo.

¿EMBALSAMADO? La idea del embalsamamiento despertaba caras de dudas. Lo que quiero es que descanse, era lo que BBC Mundo más ha escuchado cuando preguntaba por el asunto a los fervientes chavistas que aguardaban turno.

En las altas esferas del chavismo la intención declarada es respetar la voluntad de la mayoría de sus bases. Además, ahora Maduro plantea ahora que el embalsamamiento de pronto no se puede.

La decisión tuvo que haberse tomado mucho antes, dijo Maduro, quien comentó que se trató de una propuesta producto del amor y de las conversaciones e ideas que llegaron de los mandatarios que vinieron.

Por otro lado, lo del embalsamamiento no choca de frente con la tradición católica, religión que profesaba Chávez y la mayoría de los venezolanos. Para muestra, sin ir más lejos, el papa Juan Pablo II.

Sin embargo, embalsamar el cuerpo de un ser querido no es algo, en principio, inherente a la cultura del venezolano, por más que se trate del presidente Hugo Chávez.

De hecho, nada más conocerse la decisión, se comenzó a compartir por redes sociales un vídeo de 2009 en que Chávez hablaba sobre una exposición de cuerpos humanos, lo que tachó de símbolo de la inmensa descomposición moral que sacude este planeta.

¿AL PANTEÓN? La mayoría de los consultados por BBC Mundo no dudan en pedir que sea llevado al Panteón Nacional, reservado a los personajes más ilustres del país.

Allí, entre los de otros, están los restos de Simón Bolívar, que aguardan la inauguración de su propio mausoleo, edificio contiguo que aparenta llevar meses terminado, al menos desde fuera.

En la fila, aguardando para pasar a ver el cuerpo del presidente, Andrés, del barrio de Altamar, fue uno de tantos de los consultados por BBC Mundo que comentó la idea del Panteón.

Para tenerlo allí como ejemplo. En otros países hacen estatuas y cuando cambia el gobierno las tumban, le dijo Andrés a BBC Mundo minutos antes de pasar frente al féretro de Chávez.

Chávez al Panteón junto a Simón, dijo Maduro a la multitud que lo acompañó al momento de inscribir su candidatura. La cuestión es que hay que reformar la Constitución para que eso pase.

Y aunque el presidente encargado hasta que se resuelvan las elecciones del 14 de abril anunció el inicio de los trámites en la Asamblea Nacional para proceder a reformar el requisito de 25 años de fallecido para acceder al Panteón, eso parece que de momento va a tener que aguardar.

El comando político de la revolución ha decidido hacer alguna revisión de la propia Constitución para luego tomar las decisiones que haya que tomar en función de la siembra final de nuestro comandante Hugo Chávez, dijo el primer vicepresidente de la Cámara, Darío Vivas.

¿Y ÉL QUÉ QUERÍA? Chávez era un llanero. Nacido en Sabaneta, en la llanura venezolana, varias veces pidió ser enterrado en su tierra natal.

En su programa Aló Presidente se puede encontrar más de un ejemplo en que decía cosas del tipo se lo pido a mi familia.

En vivo, contó, por ejemplo, cómo la primera vez que expresó ese deseo fue a su esposa Nancy Colmenares, cuando visitó su localidad natal para despedirse poco antes de su intentona golpista el 4 de febrero de 1992.

Yo sabía que venía algo. ¿No lo iba a saber, si era el jefe?, dijo entre risas.

Chávez hablaba mucho de sí mismo y de su infancia en Barinas. También de su abuela.

Cuando me toque, me entierran en esta sabana, heroica sabana, pidió y repitió.