150 años después de la Guerra Civil de Estados Unidos, la bandera que llevaban al campo de batalla los estados confederados, y que muchos asocian con el racismo y la intolerancia, todavía se puede ver en casas y autos del sur del país. ¿Por qué?

Se trata de un emblema con una fuerte una carga política: no pasa una semana sin que su aparición cause malestar.

Recientemente, en el estado de Virginia de Estados Unidos estalló y no ha dejado de arder una disputa por la propuesta de enarbolar una enorme bandera confederada en una importante carretera a la salida de la capital, Richmond.

Los planes del grupo Virginia Flaggers han atraído considerables críticas de quienes la consideran como un símbolo de odio.

No es cierto, afirma Barry Isenhour, miembro de Virginia Flaggers, quien sostiene que realmente rinde honor a los soldados confederados que dieron sus vidas.

Para él, la guerra no era principalmente sobre la esclavitud sino contra los impuestos excesivos. Además puntualiza que muchos sureños aborrecían la esclavitud.

Pelearon por la familia y por el Estado. Estamos cansados de que la gente diga que hicieron algo incorrecto. Eran estadounidenses amantes de la libertad que se enfrentaron a la tiranía del Norte. Se separaron del gobierno, no del ideal estadounidense.

Él lleva una bandera en su auto pero vive en una calle donde no se permite ondear ningún pabellón. Cada vez se ven menos, cree, porque la gente prefiere no ondearlas ante la hostilidad. Añade que los monumentos en honor a los generales sureños de la Guerra Civil son frecuentemente vandalizados.

Tras denunciar a grupos odiosos como el Ku Klux Klan que, según él, deshonraron la bandera, sugiere que a la gente debería ofenderle igualmente la Union Jack (bandera británica), la holandesa o la Barras y Estrellas, porque pertenecen a naciones que practicaron la esclavitud.

EL FACTOR ESTADOUNIDENSE Otros discrepan enérgicamente con su análisis. Los afroestadounidenses, especialmente los mayores, se trauman cuando ven la bandera, asegura Salim Khalfani, quien ha vivido en Richmond casi 40 años y piensa que se corre el riesgo de que la ciudad luzca como un lugar atrasado que sigue peleando la Guerra Civil.

Si realmente se trata de un legado, que mantengan la bandera en su propiedad privada o en museos, pero que no le creen problemas a los municipios y estados que están tratando de atraer turistas, porque lograrán el efecto opuesto.

Cuando la autora afroestadounidense Clenora Hudson-Weens vio gente ondeando las banderas en las calles de Memphis hace unas semanas, simplemente les dije Estamos en 2013 y sonrieron. Personalmente creo en algunas tradiciones, pero ésta es demasiado opresiva para los negros. No me enorgullecería ondear una bandera que representa el racismo y la negatividad.

Muchos estadounidenses están familiarizados con los argumentos de ambas partes, pero tal vez no con los complicados orígenes de la bandera.

La bandera que se ve hoy en casas, calcomanías y camisetas a veces acompañada de las palabras Si esta camiseta le ofende, necesita una lección de historia no es y nunca fue la bandera oficial de la Confederación.

El diseño de William Porcher Miles, quien presidía el comité de la bandera, fue rechazado como bandera nacional en 1861, en favor de la Barras y Estrellas.

Fue adoptada como bandera de batalla por el Ejército de Virginia del Norte bajo el general Lee, la fuerza militar más grande de la Confederación.

Rápidamente se convirtió en un símbolo tan potente del nacionalismo confederado, que en 1863 se incorporó al siguiente diseño de la bandera nacional, que reemplazó a la odiada Barras y Estrellas.

Se cree que el aspa en la bandera de batalla fue inspirada por sus conexiones heráldicas, no escocesas.

Entonces, ¿históricamente la bandera ha sido más sobre la eslavitud o el legado?

Se podría decir que ambas partes están en lo correcto si se observa la evolución de la bandera, señala David Goldfield, autor de Still Fighting The Civil War.

Cuando la Confederación debatía la adopción de una nueva bandera en Richmond en 1862, estaba claro que sería un símbolo de la supremacía blanca y una sociedad dominada por la esclavitud, dice.

Después de la guerra, la bandera se usó primordialmente para propósitos conmemorativos en tumbas, servicios de recordación y reuniones de soldados, pero desde la perspectiva de los afroestadounidenses, la historia y el legado que ven es de odio, represión y supremacía blanca, afirma Goldfield.

Y LOS REGISTROS HISTÓRICOS LO CORROBORAN Por otra parte, hay blancos sureños que rastrean sus ancestros hasta la Guerra Civil y desean ondear la bandera en honor al bisabuelo que combatió y murió bajo ella. Y para ellos, genuinamente no tiene nada que ver con el racismo. No obstante, en su opinión, se debería respetar el hecho de que es ofensiva y no se debería enarbolar en público.

La bandera no era un símbolo importante hasta que el movimiento por los Derechos Civiles comenzó a tomar forma en la década de 1950, puntualiza Bill Ferris, director fundador del Centro para el Estudio de la Cultura Sureña en la Universidad de Misisipi. Era una bandera de batalla relegada a la historia, pero el Ku Klux Klan y otros defensores de la segregación la convirtieron en símbolo.

NUEVO SÍMBOLO Ferris la compara con la esvástica, pero otros la ven muy diferente. De hecho, la bandera ha sido comparada con una mancha de Rorschach, porque significa varias cosas a la vez, dependiendo de quién lo mire.

Todos los símbolos son susceptibles de múltiples interpretaciones, pero este es único en su capacidad de exacerbar las pasiones de todos los bandos, y el volumen de interpretaciones y preconcepciones sobre él lo hace único en la historia de EE.UU., dice John Coski, autor de The Confederate Battle Flag: Americas Most Embattled Emblem. Incluso la ha visto desplegada en Europa, donde se ha convertido en la abreviatura de rebelde.

Desde los intentos de activistas para retirar las banderas de los edificios públicos en la década de 1990, el asunto se ha apagado, señala el especialista en cultura sureña estadounidense.

En 2001, Georgia cambió el diseño de 45 años de su bandera estatal, tras la presión ejercida para retirar el símbolo confederado, recuerda.

Pero aunque el número de incidentes ha disminuido, no ha desaparecido, advierte, porque sólo hacen falta un par de episodios bien publicitados para volverla a poner en los radares de la gente y exacerbar los sentimientos.

Según Ferris, el sur está cambiando con el crecimiento de la población de negros, hispanos y asiáticos, y la bandera de la Confederación ya no tiene cabida en este mundo.

El sur, dice, necesita un nuevo emblema para reflejar su carácter cambiante.

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