Importante institución religiosa con cientos de millones de fieles busca candidato ideal para ejercer las funciones de: obispo de Roma, cabeza visible, jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano y líder espiritual de los católicos.
Elegir a la persona adecuada para ocupar la sede vacante de la Iglesia Católica es un trabajo arduo, un rompecabezas que, para ser armado, requiere de alianzas, acuerdos y, según la propia institución, de la inspiración del Espíritu Santo.
Pero este proceso está rodeado del mayor secretismo al que se somete la elección de un jefe de Estado –y líder espiritual– en el mundo.
Tampoco existe ningún documento público que oriente e indique las características que deberá tener el futuro pontífice.
Lo que sí hay, en cambio, son opiniones. Y en los días previos al cónclave, que comenzará oficialmente tras el sellado de la Capilla Sixtina este martes 12 de marzo, fluyen como el Tíber, crecido tras varias jornadas de lluvias en Roma.
EL PERFIL DEL CANDIDATO IDEAL A medida que pasan los días, vamos escuchando las intervenciones de los cardenales en las congregaciones generales, vamos tomando contacto entre nosotros en los intervalos y en los momentos de oración y vamos discerniendo los pocos que consideramos en conciencia y ante Dios que podrían ser el pastor que guíe la Iglesia, le dice a BBC Mundo Raimundo Damasceno, arzobispo de Aparecida y uno de los cinco cardenales electores brasileños.
Las cualidades del nuevo Papa, sus retos en el cargo y cómo deberá enfrentarlos están en el centro del debate. Sin embargo, no es fácil dibujar el perfil del candidato ideal.
Quizá la pista más clara –aunque también muy abierta– la dio el propio Benedicto XVI en su renuncia, un acto sin precedentes en más de 600 años, al señalar que el candidato deberá tener fortaleza de espíritu y de cuerpo.
Damasceno habla de un candidato con un talante dialogante y con el vigor suficiente para proseguir la labor evangelizadora de la Iglesia.
Otros electores piden también que ese vigor sirva para atajar los recientes escándalos que afectan al Vaticano.
La habilidad para gobernar es importante. Los problemas sustanciales que se identificaron en el caso VatiLeaks deben ser atajados, afirmó el cardenal australiano George Pell, en declaraciones recientes al diario Vatican Insider, en referencia al caso de filtración de información confidencial del Vaticano que mostraban las luchas internas por el poder.
Necesitamos alguien que sea un estratega, que tome decisiones, planifique, alguien con fuertes capacidades pastorales demostradas que puede tomar las riendas de la Iglesia y moverla hacia adelante, sentenció Pell.
Capacidad de gobierno y una juventud relativa que permita la energía necesaria para acometer reformas son quizá las características más mencionadas.
REFORMA Pero reforma tiene muchos significados. Desde sectores progresistas de la Iglesia, como la organización Somos Iglesia, se pide una transferencia de poder a las iglesias locales, una limpieza auténtica de los escándalos recientes y que el gobierno vaticano se inspire en la sobriedad y la simplicidad.
Suena provocador, pero lo primero sería que el próximo papa deje de serlo. El gran problema no es la persona que ejerza la función, sino la función como está diseñada hoy, le dice a BBC Mundo José Arregi, un franciscano secularizado y profesor de historia de las religiones de la Universidad de Deusto, en España.
Para realizar la reforma profunda de la que habla Arregi, el nuevo Papa podría empezar con sentarse con los cardenales, con un sínodo de obispos, pero sobre todo con representantes de comunidades de cristianos de todo el mundo en su gran pluralidad. Habría que empezar por aplicar los mínimos criterios democráticos en el papado. Debería ser una función provisional de un hombre o de una mujer que fuera el representante máximo de las iglesias cristianas.
Otras voces, como Fermín Labarga, profesor de teología histórica de la Universidad de Navarra, en España, no van tan lejos y piden acometer algunos cambios respecto a las formas de afrontar el gobierno de la iglesia, en lo que respecta a la curia.
Nuevas formas de ejercer el gobierno de la iglesia. Siempre en fidelidad a la tradición. Vamos viendo muchas cosas que apuntan a eso, dice Labarga, quien también considera que el nuevo Papa deberá cuidar mucho la imagen pública de la Iglesia, reforzar la comunicación institucional para que no se dé la mera sospecha de que hay ocultismo por parte de la Curia y la Santa Sede.
Thomas Reese, periodista del National Catholic Reporter, una publicación estadounidense especializada en cuestiones católicas, indica que desde círculos próximos al cónclave, las reformas necesarias pasan por tres puntos: que la curia sea más transparente, que sus cargos rindan cuentas y que se lleve a cabo un proceso de modernización.
LAS CUALIDADES PERSONALES Pero más allá de las funciones del puesto, ¿qué cualidades personales debe tener el nuevo Papa? ¿Cuál debería ser su experiencia previa?
Arregi pide alguien que, como Jesús, sea osado para imaginar otro mundo distinto. Un hombre compasivo a quien las entrañas se le revuelven ante el dolor de tantos pueblos y ante la amenaza que sufre el planeta. Todo lo demás es secundario. Esto significa que sea muy libre, muy valiente, muy imaginativo, muy dialogante, tolerante con la diferencia, con formas diferente de pensar.
Ante los retos importantes que le esperan, Labarga destaca la valentía, el dinamismo y la experiencia pastoral y de gobierno.
Menos importancia conceden, en cambio, al origen del futuro Sumo Pontífice, en un momento en que se especula con la posibilidad de que, por primera vez en más de 1.200 años (desde Gregorio III, de origen sirio), pueda proceder de un país no europeo.
Básicamente no creo que importe. Los cardenales, independientemente de su origen, responden al mismo perfil. Podría generar expectativas, pero no sería definitivo, apunta Arregi.
No creo que sea decisivo. La Iglesia está preparada para tener un Papa de cualquier continente. Africanos y asiáticos ya hubo en los primeros tiempos. Yo creo que el origen se olvida inmediatamente, afirma Labarga.
El cardenal Damasceno también considera que el origen del Papa no es importante. Sin embargo, agrega, un posible Papa latinoamericano sería recibido con mucha alegría y entusiasmo en la región.
Origen, edad, formación, experiencia, una descripción detallada de las funciones a realizar en el nuevo puesto de trabajo: son elementos básicos de cualquier oferta de empleo. Pero en la elección del nuevo Papa, estas características no se hacen públicas de antemano.
Se trata de uno de los procesos electivos más antiguos del mundo. Y también uno de los más herméticos.
Todo cuanto acontezca en el interior del cónclave permanecerá en estricto secreto: los debates previos a las votaciones, los posibles candidatos, los resultados de los escrutinios
Por esta razón, de momento sólo se puede tomar nota de opiniones que, muchas veces, se confunden con expresiones de deseos.
Cuando la fumata blanca surja de la chimenea de la Capilla Sixtina se sabrá qué expectativas se cumplieron y quién fue considerado el candidato ideal.