(Foto: AFP)
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Redacción EC

Renaud Camus es un filósofo francés que hasta los años 80 perteneció al Partido Socialista. Actualmente es líder de una agrupación política de extrema derecha que lleva el irrisorio nombre de Partido de la Inocencia, con el que pretendió postular a la presidencia en las elecciones del 2017. Intento frustrado, porque no pudo obtener las 500 firmas de respaldo de representantes elegidos (alcaldes, diputados, senadores, parlamentarios europeos, etc). Decidió entonces apoyar la lista de la lideresa del Frente Nacional, Marine Le Pen, que promueve su misma ideología. 

Camus, que parecería ser un político anodino, más digno de la risa que del respeto, es el autor de una teoría conspiracionista que él ha bautizado como “el gran reemplazo” en la que sostiene que los extranjeros no blancos llegan en masa a los países occidentales en donde, al comienzo, trabajan en oficios que nadie quiere realizar para después –gracias a una mayor natalidad– sustituir a los europeos de origen. “El gran reemplazo”, dice Camus es el crimen contra la humanidad del siglo XXI. 






Esta sustitución está sucediendo también en Estados Unidos, donde los descendientes de los fundadores de la nación se encuentran en minoría, tal como estaría sucediendo en Europa, según el escritor.

Esta teoría es compartida por los ‘terroristas blancos’ que han cometido los últimos atentados, como Patrick Crusius, que mató a tiros a 22 personas el domingo pasado en El Paso, una localidad fronteriza con México en la que el 83% de la población es hispana, y que reivindicó sus actos en un documento que colgó en el foro preferido de la extrema derecha radical “8Chan”. Crusius anunciaba “un ataque inminente como respuesta a la invasión hispana en Texas”. ¿Les suena conocido?

Cuando leemos las propuestas de Camus para evitar esta “invasión”, como la llama con insistencia Donald Trump, vemos que calzan a la perfección con el discurso de odio que el presidente estadounidense difunde para intentar quedarse como inquilino de la Casa Blanca.

Camus propone “detener inmediatamente toda inmigración”. Trump ha hecho de este tema su caballito de batalla. El francés apela también a la anulación de la convención de 1951 sobre el derecho de los refugiados, así como a legalizar las estadísticas étnicas, tal como quiso hacer Trump con el último censo en su país, lo cual le fue denegado por los tribunales. Plantea, asimismo, la eliminación del derecho de suelo; es decir, el derecho a la nacionalidad automática por nacimiento.

La propuesta más importante de Camus es el ‘reenvío’ a sus países de origen a los extranjeros no europeos y hasta a sus descendientes, lo que nos recuerda el llamado al retorno “a sus países” que hizo Trump a cuatro congresistas no blancas. Y la sonrisa que esbozó el presidente, en un mitin proselitista, cuando un militante republicano sugirió que habría que dispararles para que se vayan.

No, Donald Trump no ha apretado el gatillo de los terroristas, pero ante la cercanía de las elecciones atiza el odio entre sus partidarios más radicales. Y entre ellos, hay un buen número de trastornados que pueden comprar un arma en un supermercado para exterminar a los supuestos invasores que ‘intentan reemplazarlos’.

La pena de muerte que invoca ahora el presidente no los disuadirá. Todo lo contrario, los alentará a convertirse en mártires de su causa.

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