“Absolutamente, valió la pena”, dijo Michelle Bachmann, fundadora del “Tea Party” y una de las caras más conocidas del ala radical anti-Estado y anti-impuestos. “Nuestro combate era bueno”, insistió poco después que se lograra a un acuerdo parlamentario para sacar a Estados Unidos de un problema político que casi genera una crisis económica de escala mundial.
El Partido Republicano, al aceptar el acuerdo que salió del Senado, protagonizó el epílogo de una batalla presupuestaria que ocasionó el cierre parcial del gobierno, afectó a más de 400 mil trabajadores federales y paralizó miles de servicios durante dos semanas.
Todo esto debido a un intento de los republicanos de abolir la reforma de salud de Barack Obama, promulgada en el 2010. Con el “Tea Party” liderando la lucha, trataron de anular el programa, luego intentaron cortar su financiamiento, después aletargar su entrada en vigencia y, por último, eliminar algunos artículos.
Al final, lo único que se logró fueron 16 días de parálisis de servicios no esenciales del gobierno federal y poner en riesgo al país al borde del ‘default’ por la falta de un acuerdo para aumentar el techo de la deuda. ¿Y el texto de la reforma de salud? Salió casi intacto del altercado.
SIN ARREPENTIMIENTOS La derrota fue total para los republicanos. El presidente de la Cámara Baja y miembro del ala derecha del parlamento, John Boehner, se vio obligado a ordenar a su partido la capitulación-. Sin embargo, los más radicales insisten que valió la pena y aseguran que seguirán con su lucha.
“Fuimos golpeados, eso es seguro, pero sigo estando orgulloso por la razón por la cual fuimos golpeados () Puedo decirle a mis hijos que di lo mejor de mí por buenas razones”; dijo Mick Mulvaney, de Carolina del Sur.
“Fue una notable victoria ver tanta valentía en la Cámara”, dijo Ted Cruz, texano del Tea Party. “Le dije a la gente que vine a intentarlo y eso es lo que hice”, señaló, a su turno, Thomas Massie, otro representante del “Tea Party”.
LOS MENOS RADICALES La mayoría de los 232 republicanos de la Cámara baja y que no pertenece a este grupo radical no ocultó su impaciencia hacia la actitud intransigente de sus colegas agrupados en el partido desde el 2010.
“La forma en que actúan y el camino que han iniciado en las últimas semanas conducen a un partido marginado a los ojos de los estadounidenses, a una forma de conservadurismo que está probablemente más allá de lo que el mercado puede tolerar”, dijo el senador republicano Lindsey Graham.