En términos de energía liberada, el terremoto de 7,9 de magnitud que golpeó la provincia china de Sichuan en mayo de 2008 no fue el mayor de la historia, pero la destrucción que causó y el número de gente afectada ciertamente lo convirtieron en un evento extraordinario, escribe James Daniell del sitio en línea Earthquake Report .

El impacto del terremoto de Sichuan no sólo se hizo sentir por el alto número de víctimas y pérdidas económicas, sino también por la gran cantidad de personas que dejó afectadas.

Ocurrió un día en la mitad de la tarde cuando los colegios y las universidades estaban funcionando normalmente, las personas regresaban a sus escritorios después del almuerzo y el día laboral estaba en plena marcha.

A 80 km de distancia, desde la gran ciudad de Chengdu, de 7.6 millones de habitantes y a 19 km bajo la tierra, la falla de 240 km de longitud empezaba a abrirse.

Nada podría haber preparado a la gente de Sichuan y sus alrededores para los dos minutos de fuerte temblor que ocurrirían de repente.

POBRE INFRAESTRUCTURA Las casas de adobe e incluso las construcciones de concreto reforzado que se encontraban cerca de la falla no tenían ninguna posibilidad y quedaron averiadas de inmediato, muchas colapsaron.

Las escuelas tampoco estaban construidas para resistir un terremoto de esa magnitud. Muchas de las aulas cayeron al piso dejando miles de niños muertos.

Las escenas de muerte y destrucción así como el enorme esfuerzo de recuperación requerido, hizo que China pidiera ayuda internacional por primera vez en su historia reciente.

Pero, ¿por qué recordar especialmente Sichuan si en los últimos años hemos visto otros demoledores terremotos -LAquila 2009, Haití y Chile en 2010, Japón y Nueva Zelanda en 2011?

Desde el punto de vista económico las pérdidas en Sichuan fueron las segundas más altas de todos los terremotos de la historia, muy cerca al terremoto en Tohoku, Japón en 2011.

Eclipsó completamente los terremotos de Kobe y Northridge, si se tienen en cuenta los precios de las cosas en China con respecto a otros países.

El terremoto dejó sin casa a por lo menos 4.800.000 personas obligándolas a buscar refugio después del hecho, la cifra más alta en la historia de China.

Más de cinco millones de habitaciones en 1.5 millones de casas quedaron destruidas y por lo menos 21 millones de habitaciones en seis millones de casas quedaron averiadas.

Esta cifra supera todas las casas que hay en Australia.

El total de la gente sin hogar empequeñeció los números de Haití y otros terremotos históricos.

La destrucción de las casas por el temblor y los deslizamientos de tierra contribuyeron a una de las más altas tasas de muerte en los últimos 100 años, ocupando el séptimo lugar.

LECCIONES IMPORTANTES El domingo se llevará a cabo la conmemoración de este desastre natural.

El aniversario del terremoto de Sichuan no debería sólo rememorar a quienes desaparecieron en esos días, sino también recordar que mejorar la calidad de las construcciones, ante la posibilidad de los terremotos, puede salvar vidas y dinero.

En el reciente terremoto en Yaan el 20 de abril de este año, en la misma región de Sichuan, ninguna de las edificaciones construidas después del sismo de 2008 colapsaron.

Muchos de quienes vivieron el mismo nivel de movimiento en el nuevo terremoto sufrieron mucho menos daños que en 2008. Ello parece indicar que el gobierno chino y la gente han trabajado duro para reducir las pérdidas en posibles terremotos futuros, mediante mejores códigos e implementación de construcción.

De acuerdo a la ONU, Asia es la región del mundo más propensa para desastres.

En la última década la mayoría de las muertes en desastres en la región fue causada por terremotos, al igual que las pérdidas económicas, según indicó la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción de Riesgos en Desastres en 2012.

El colapso de un edificio en Bangladesh sin que haya temblado la tierra recuerda la vulnerabilidad de algunos de los edificios asiáticos.

Recordar las pérdidas en Sichuan en su quinto aniversario debería servir de catalizador para mejorar las normas de construcción y luchar por un mundo de edificios más seguros y sin prácticas de corrupción.