Son los combatientes casi olvidados y, para muchos, todavía desconocidos de un conflicto bélico que ocurrió hace más de 60 años, a casi 15.000 kilómetros de distancia.

Pocos saben que numerosos soldados de Colombia participaron en la Guerra de Corea, el primer gran enfrentamiento armado de la Guerra Fría.

Y en aquel momento, ni ellos mismos parecían saber de qué se trataba, ya que muchos de estos militares creían que iban a Crimea o directamente desconocían hacia dónde partían.

Carlos Julio Rodríguez, quien forma parte del grupo de aproximadamente 700 veteranos colombianos de Corea que aún están con vida, le dice que a BBC Mundo que para ellos el recuerdo de aquella participación aún sigue presente.

Uno se reúne con los compañeros y vienen los recuerdos, asegura.

Y a mis hijas y a mis nietos les he contado todo. Ellos ya saben más que yo, agrega, sonriente, este hombre de 82 años, quien nada más tenía 21 cuando se enlistó como voluntario en el Batallón Colombia para combatir en Corea bajo la bandera de las Naciones Unidas.

Colombia fue, de hecho, el único país de América Latina que respondió al llamado de la ONU para apoyar a Corea del Sur luego de la invasión por parte de Corea del Norte de junio de 1950.

En total, el país sudamericano –que se sumó a la conflagración en agosto de 1951– aportó tres fragatas y un batallón de infantería, que a lo largo de sus tres años de participación en el conflicto sumó unos 4.750 efectivos.

Y cuando el 27 de julio de 1953 se firmó el armisticio que puso fin a las hostilidades, las bajas colombianas sumaban 196 muertos y desaparecidos, y más de 400 heridos.

LAS RAZONES DE COLOMBIA Uno de esos heridos, Rafael Quiroga, recuerda perfectamente el día (23 de septiembre de 1952) y la hora (11:30 de la noche) en que fue alcanzado por una granada de fabricación china.

No explotó. Pero el proyectil me cayó en la cabeza, el casco de acero lo perforó y me rompió todo esto, cuenta el veterano, también de 82 años, al tiempo que se toca el costado izquierdo de un cuerpo que se adivina lleno de cicatrices.

Y mientras conversa con BBC Mundo, luce orgulloso la medalla conmemorativa que el gobierno de la República de Corea le otorgaría años más tarde por su trabajo.

Como la mayoría de los soldados colombianos que participaron en el conflicto, Quiroga no tenía la mayor idea de a dónde se dirigía al momento de embarcarse hacia el conflicto en el que resultaría herido.

Los que tenían alguna formación académica pensaban que estaban yéndose a Crimea, nunca entendieron que iban hacia Corea, no sabían dónde era, reconoce el capitán Juan Fernando Rodríguez, del Centro de Estudios Históricos del Ejército de Colombia, para quien la participación colombiana en el conflicto fue fundamentalmente el resultado de una necesidad política.

El presidente de turno, Laureano Gómez, durante la (recién concluida) Segunda Guerra había estado muy ligado a las ideas del nazismo. Y se habla de que, en búsqueda de limpiar esa imagen de estar de acuerdo con las ideas nazistas, ofrece la participación de las fuerzas militares de Colombia en Corea, le dice a BBC Mundo.

A SU PROPIA MUERTE El presidente Gómez, sin embargo, no sería el único que se beneficiaría de la participación colombiana en el conflicto, que también marcó un punto de inflexión en la historia de las fuerzas armadas colombianas.

A partir de su participación (en la Guerra de Corea), las fuerzas militares de Colombia fueron otras: cambiaron su doctrina, su forma de operar, se convirtieron en una fuerzas más profesionales, explica el capitán Rodríguez.

Y, orgulloso, el historiador también recuerda una frase atribuida a un militar estadounidense, el mayor general Blackshear Bryan, comandante de la 24 división de infantería, a la que estaban adscritas las tropas colombianas: He combatido en tres guerras. Pensé que nada me faltaba por ver en el campo del heroísmo y de la intrepidez humana. ¡Pero me faltaba ver combatir al Batallón Colombia!.

Impulsados por esa estela de heroísmo y los nuevos aprendizajes, la mayoría de los oficiales que combatieron en Corea llegarían a ocupar altos cargos dentro del estamento militar, incluyendo la máxima comandancia del ejército.

Pero, a su regreso a Colombia, no todos los veteranos correrían con la misma suerte.

Muchos compañeros míos, que estaban enfermos psicológicamente, murieron en las calles de Bogotá, cuenta el sargento mayor (retirado) Carlos Eduardo Cubillas, quien lamenta que el estado colombiano tardara casi cincuenta años en aprobar una pensión equivalente a dos salarios mínimos para los veteranos de la Guerra de Corea en situación de indigencia.

Otros caballeros tuvieron la dicha de tener industrias, fueron muy bien recibidos. Otros compañeros siguieron en el ejército, otros compañeros se dedicaron a la agricultura. Pero la mayor parte de los compañeros han muerto en una forma muy miserable. Sin apoyo, le dice a BBC Mundo.

Una falta de apoyo que también es reconocida por el coronel (en retiro) Guillermo Rodríguez, quien combatió en Corea como un joven subteniente de infantería.

Desafortunadamente nosotros tenemos que considerar que aquí había un conflicto interno bastante fuerte, dice Rodríguez, refiriéndose a los enfrentamientos entre tropas conservadoras y guerrillas liberales de la época conocida como La Violencia (1948–1958).

Entonces al llegar de Corea es como si se hubiera desacuartelado cualquier otra unidad del conflicto interno. No hubo ninguna distinción, ningún premio, ni nada especial. Se nos trató como a cualquier otro soldado colombiano que hubiera estado en guerra, explica.

ORGULLO PATRIO Curiosamente, es la prevalencia del conflicto interno –que desde inicios de la década de los 60 enfrenta al ejército colombiano con guerrillas de orientación marxista– la que actualmente parece estar motivando una revaloración de los veteranos de Corea, que este año fueron invitados a encabezar el tradicional desfile militar del Día de la Independencia.

Se trata, según el coronel (retirado) Rodríguez, de una iniciativa del actual comandante general de las fuerzas armadas colombianas para que nuestro país conozca lo que valen sus fuerzas militares y de policía.

Pero es también una importante recompensa para unos hombres que, sin excepción, se dicen tremendamente orgullosos de haber podido servir y representar a Colombia en el campo de batalla, hace ya más de seis décadas.

Según los veteranos, también los reconforta el agradecimiento que por su sacrificio siempre les ha demostrado el pueblo surcoreano.

Hemos recibido mucha ayuda de parte del gobierno de Corea. Por ejemplo becas para los nietos, ayudas económicas para los nietos, viajes a Seúl a recordar las viejas épocas, reconoce el sargento Cubillas.

Y, para el coronel Rodríguez, el haber visto al pueblo Coreano en una situación muy difícil, y verlo ahora siendo una de las grandes potencias del mundo, lo reconforta a uno, le hace pensar que el haber ido a Corea, aunque fuera sólo un granito de arena, fue algo que valió la pena, le dice a BBC Mundo.

Pero, más allá del orgullo, el militar retirado tiene claro una cosa.

Una guerra no se la deseo a nadie, una guerra es algo espantoso, y yo creo que no al final lo ideal es que la Humanidad es no tener guerras, porque es un recuerdo triste, concluye.