Los miembros más jóvenes de las fuerzas armadas que regresan a casa después de prestar servicio son más propensos a cometer delitos violentos que el resto de la población, según un estudio reciente.

Investigadores analizaron los datos de casi 14.000 soldados del Reino Unido que prestaron servicio en Iraq o Afganistán y hallaron una particularidad entre los hombres de menos edad que tuvieron un rol de combate o experimentaron alguna experiencia traumática.

Los resultados, publicados en la revista médica Lancet, coincidieron con el décimo aniversario de la guerra en Iraq.

En general, el informe mostró que los índices de actividad criminal entre el personal militar están un poco por debajo que los del resto de la población de misma edad. Alrededor del 94% de los hombres que regresan de zonas de combate no cometen delitos.

Sin embargo, los investigadores descubrieron que los delitos de naturaleza violenta eran más altos entre los miembros de los servicios armados y que había una marcada diferencia en los hombres menores de 30 años.

Poco más del 20% de los 2.728 jóvenes que fueron estudiados cometió algún delito violento, comparado con el 6,7% de los de la misma edad que no formaban parte del ejército.

La mayoría de los casos se trató del delito de asalto (robo con violencia).

NIÑOS DEL CORO Tener un rango menor, ser desplegado en una zona de combate y experimentar eventos traumáticos, así como haber sido blanco de disparos, son algunos de los factores que pueden aumentar el riesgo de violencia cuando el personal regresa a casa.

Tomar bebidas alcohólicas en exceso y experimentar un trastorno por estrés postraumático también fueron asociados a un comportamiento violento.

Los expertos ajustaron los análisis para tomar en cuenta el rol desempeñado por los soldados estudiados, pues aquellos con una tendencia inherente a la violencia podrían inclinarse de por sí a elegir posiciones de combate.

Quienes están en puestos de combate son un poco distintos a aquellos que no, dijo a la BBC el profesor Simon Wessely, del Kings College de Londres.

El ejército no recluta a niños del coro de la escuela o a jugadores del club de ajedrez. Selecciona a gente que normalmente viene de un ambiente difícil y agresivo, y son ellos quienes con más frecuencia terminan al frente en los combates.

El mayor factor de riesgo se identifica en aquellos que ya habían incurrido en delitos violentos antes de sumarse al ejército, aunque todavía hay un impacto de los combates, exacerbado en parte por el consumo excesivo de alcohol y en parte por trastornos de estrés postraumático y problemas de salud mental como resultado del combate, añadió.

El experto agregó que la negativa de los jóvenes a admitir que podrían tener dificultades es el mayor obstáculo para resolver el problema.

UN TESTIMONIO Lewis McKay es un joven que estuvo de servicio en Iraq y Afganistán. Los resultados del estudio no lo sorprenden.

McKay cuenta que a su regreso de Afganistán le cambió el carácter de relajado a agresivo.

Nada te preparará para lo que físicamente ves o haces en Afganistán, no es mucho lo que el cuerpo y la mente puede aguantar.

Para mí, mi esposa no existía sentía mucha rabia hacia ella y estuve muy, muy cerca de pegarle.

En vez de eso, salía a caminar y daba puñetazos a puertas y ventanas tenía recuerdos recurrentes. Un portazo de un auto era suficiente para lanzarme al piso.

El joven de 26 años agregó que hasta que los soldados no reciban ayuda, los problemas como el estrés postraumático continuarán manifestándose.

Ahora trabaja como guardia de seguridad en uno de los edificios de la BBC.

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