La violencia entre pandillas volvió la noche pasada a Chicago con un tiroteo en el que se llegó a utilizar incluso un fusil de asalto de uso militar y que dejó trece heridos, entre ellos un niño de 3 años, en estado grave.
El superintendente de la Policía de Chicago, Garry McCarthy, calificó hoy de milagro que nadie resultara muerto a causa de los disparos efectuados con el fusil, un arma de uso militar cuyo uso no se puede aceptar en las calles de Chicago.
Por un milagro no hubo ninguna fatalidad. Las armas ilegales provocan violencia y tenemos que renovar los esfuerzos para erradicarlas de las calles, agregó McCarthy en conferencia de prensa.
El superintendente manifestó que a raíz del incidente varios sospechosos están siendo interrogados, mientras que el concejal del Distrito 20, Willy Cochran, declaró a los medios que la policía ha detenido al menos a una persona.
Aunque se trata de uno de los barrios de Chicago con mayor concentración hispana, los informes policiales indican que las víctimas fueron afroamericanos que asistían por la noche a un juego de baloncesto en el parque Cornell de Las Empacadoras.
Los disparos habrían sido realizados por un hombre que luego escapó en un automóvil Chevrolet Malibú color marrón.
PANDILLAS McCarthy señaló que la policía cree que los disparos están relacionados a las tensiones entre las pandillas Black P. Stones y Gangster Disciples, ambas presentes en el área, por lo que varios de los heridos serían pandilleros.
El alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, calificó el tiroteo como un acto de violencia desvergonzado y sin sentido, y ha suspendido una visita a la Casa Blanca, en donde tenía previsto entrevistarse con el presidente Barack Obama.
El pequeño de tres años, identificado como Deonta Howard, recibió un balazo que le atravesó las mejillas y fue sometido hoy a una cirugía plástica en el hospital Mount Sinai.
El pastor Corey Brooks, de la iglesia New Beginnings, informó en nombre de la familia que el niño se encuentra en estado grave, pero estable.