Un funcionario de salud recolecta una muestra de un hisopo de un hombre para analizar el coronavirus COVID-19 en un centro de pruebas de la India. (Foto de XAVIER GALIANA / AFP).
Un funcionario de salud recolecta una muestra de un hisopo de un hombre para analizar el coronavirus COVID-19 en un centro de pruebas de la India. (Foto de XAVIER GALIANA / AFP).
/ XAVIER GALIANA
Redacción EC

“Si tenemos una visión del mundo basada en datos reales, podemos ver que el mundo no es tan malo como parece –apreciar el milagro secreto y silencioso del progreso humano–; y podemos ver qué tenemos que hacer para que siga mejorando”, Hans Rosling en “Factfulness”.

Soy descendiente de una esclava –de la hacienda Chocavento en Acarí– y me siendo afortunado por vivir con posibilidades que ni el amo de mi ascendiente tenía, esta no es una excepcionalidad personal pues, por ejemplo, muchas de mis amigas y sus hermanas y primas son la primera generación de mujeres de sus familias que fueron a la universidad, estos datos y otros siempre estuvieron en disonancia con el pensamiento predominante que me recordaba a cada momento que el mundo va a peor. Esta disonancia se resolvió cuando pude leer a pensadores como Hans Rosling, Noah Yuval Harari, Steven Pinker y Eduard Punset –la frase que es título de este artículo se la escuché a Punset.

Y sí, en contra del pensamiento dramático y pesimista de la mayoría, los hechos, representados por estadísticas, demuestran sin duda, que el mundo por lo menos en lo material está cada vez mejor.

Debo hace unas precisiones para entender mi afirmación. Primero, mejor no necesariamente indica perfección o que las cosas estén bien, significa cambio positivo. Segundo, tenemos que ver panorámicamente los números y en esto es importante la profundidad histórica, o sea ver la evolución en un período de tiempo considerable –nadie evaluaría su vida sólo analizando lo que le pasó ayer, en ese sentido considere que la humanidad al menos tiene 6.000 años como tal en la tierra– y con amplitud geográfica, lo que sucede en el Perú con sus 40 millones de habitantes no tiene peso en una población de 7.000 millones de personas. Tercero, y último, hablamos de tendencias que podrían empeorar un año o dos; pero que en el largo plazo mejoran. Tenemos un buen ejemplo en el COVID, a pesar que es un drama la muerte de 1,8 millones de personas, consideremos los 50 o 100 millones de muertos por la Gripe española.

Ahora, permítame, amigo lector, dejarle cuatro datos sobre el progreso material del mundo:

1.- VIVIMOS MÁS. La esperanza de vida mundial pasó de 48 años a 73 años entre 1950 y 2019 (Kiko Llaneras en El País, España).

2.- NOS MATAMOS MENOS. El porcentaje de muertes violentas sobre el total de muertes en las sociedades agrícolas era del 15%; en el siglo XX, 5% y en el inicio del siglo XXI, 1% (Noah Yuval Harari en “Homo Deus”)

3.- SOMOS MENOS POBRES. En 1990 el 35% de la población vivía bajo la línea de pobreza, en 2017 menos del 10% de la población mundial era pobre. A pesar del repunte de la pobreza que habrá en 2020 y 2021, esta seguirá cayendo en los siguientes años (World Bank Group).

4.- VAMOS MÁS AL COLEGIO. En 1800 el 12% del mundo estaba alfabetizado, para 2016 el 86% estaba alfabetizado. Ningún año el número ha dejado de crecer (Our World in Data).

Unos datos adicionales:

- Entre 1995 y 2019 las niñas que estudian secundaria han pasado del 73% al 89%. El porcentaje de universitarias se ha triplicado (UNESCO)

- Hemos desarrollado la vacuna más rápida de la historia, en menos de un año. La anterior más rápida fue la del sarampión y demoró 10 años (Inmunization Action Coalition).

- La mortalidad del cáncer ha bajado un 15% entre 1990 y 2017 (Kiko Llaneras en el País, España)

- Una verdaderamente hermosa: el número de guitarras por millón de personas en el mundo ha pasado de 620 a 11.000 entre 1962 y 2014 (Hans Rosling en “Factfulness”)

Te invito lector a evaluar con datos cualquier aspecto del progreso material del hombre y sin duda encontrarás siempre buenas noticias -aunque no todas serán así.

Debo incidir en que me refiero a que estamos materialmente mejor, aunque sospecho que emocional y psicológicamente también hemos mejorado, no tengo datos que lo certifiquen, sin embargo, numerosos estudios correlacionan el bienestar material y el emocional. Es de sentido común entender que no tener que enterrar a nuestros hijos (caída de la tasa de mortalidad infantil) o no ver destruido nuestro hogar por una guerra (caída dramática de los conflictos armados y las muertes en estos) mejoran la estabilidad emocional de cualquier persona.

Decir que el mundo está mejor no es un llamado al conformismo ni al optimismo ingenuo, es el reconocimiento y agradecimiento a los miles de científicos, tecnócratas, activistas y políticos que han hecho de este mundo un lugar mejor y una forma de alentar a los que siguen investigando, descubriendo e inventando a seguir perseverando en sus esfuerzos que darán, sin duda, maravillosos resultados.

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