Foto policial de Mata Hari, el día de su arresto.
Foto policial de Mata Hari, el día de su arresto.
Redacción EC

A Margaretha Zelle, más conocida como Mata Hari, la fusilaron un día como hoy, solo que en 1917. La recuerda que, el 15 de octubre, dejó la prisión de Saint-Lazare (París) junto a dos monjas y su abogada. ¿A dónde la llevaban? A ser juzgada por espía.

Su vida no fue fácil y hasta se podría decir que aceptó ese trabajo por necesidad. Nacida el 7 de agosto de 1876 en Países Bajos, estudió educación en una escuela privada. Allí empezaron sus problemas.

Cuenta que, por su apariencia, “el director de la escuela comenzó a flirtear con ella y, aunque no está claro si ella llegó a involucrarse o si fue víctima de acoso, el resultado fue que su padrino y tutor decidió sacarla de la institución”.

Al cumplir 18 años contestó un anuncio del periódico en el que un hombre buscaba pareja. Al poco se casaron y se fueron vivir a la isla de Java, en Indonesia. Su esposo Rudolf MacLeod, por entonces “capitán del ejército de las Indias Orientales Neerlandesas”, le hizo la vida imposible. Sus abusos eran de tales dimensiones que lo trataron de envenenar, jugada orquestada por los trabajadores del hogar que terminó con la muerte de su hijo, Norman. Años más tarde, ya separados, MacLeod impidió que Zelle se llevara a su hija, Jeanne.

Fue entonces que Margaretha Zelle se tuvo que crear un alter ego para sobrevivir. Había nacido Mata Hari.

El final de la espía

El paso por Indonesia le dio la información suficiente para hacerse pasar por una princesa de Java, “que había sido iniciada en las danzas sacras del hinduismo y, aunque estas poco tenían que ver con sus bailes, su atrevido atuendo hizo que nadie se molestase en averiguar si la actuación o la puesta en escena eran fidedignas”.

Pronto, Mata Hari encontró un lugar en la Primera Guerra Mundial. Al mover sin problemas por Europa y por su fama de seductora, Alemania se puso en contacto con ella. Luego, Francia. Hasta que el jefe de la inteligencia francesa, Georges Ladoux, “sospechó que fuese una agente doble, por lo que la hizo arrestar y la acusó de espionaje”.

La BBC cuenta: “Mata Hari insistió en sus interrogatorios en que ella solo quería obtener el dinero y escapar. Dijo que su lealtad estaba con los aliados y que lo había demostrado cuando prometió ayudar a la inteligencia francesa. Pero las evidencias contra ella estaban claras”.

Así hasta el 15 de octubre de 1917, fue trasladada a las afueras de parís, a Chateau de Vincenne, donde 12 soldados se pararon al frente suyo. Ella murió de un disparo de revolver a la cabeza.

El medio inglés agrega: “Después de la ejecución, nadie reclamó el cuerpo de Mata Hari. Fue entregado a la escuela de medicina de París donde se usó en clases de disección. Su cabeza se preservó en el Museo de Anatomía, pero durante un inventario hace unos 20 años se reportó que había desaparecido. Se presume que fue robada”.

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