Quien sea que gane el 14 de abril, Nicolás Maduro o el opositor Henrique Capriles, el próximo presidente de Venezuela heredará numerosos problemas que muchos atribuyen a la mala administración de la economía y la infraestructura por parte de Chávez: apagones crónicos, inflación muy superior al 10%, escasez de alimentos y medicinas, y altas cifras de delincuencia.

Maduro, un antiguo activista sindical con estrechos lazos con Cuba que fue canciller de Chávez, dio el jueves señales de sentirse abrumado durante el último discurso de campaña. Yo necesito el apoyo de ustedes. Esta tarea que me dejó el comandante Chávez es una tarea muy difícil”. El presidente encargado ha prometido ampliar los programas sociales creados por el gobierno bolivariano, financiados por un billón de dólares en ingresos petroleros durante los 14 años que Chávez estuvo en el poder.

En un contexto similar, Capriles, gobernador estatal que perdió a manos de Chávez en las elecciones presidenciales de octubre, criticó fuertemente el historial de promesas incumplidas del gobierno socialista. El guión de su campaña incluyó leer una lista de proyectos inconclusos de carreteras, puentes y ferrocarriles, antes de preguntar qué productos escaseaban en las tiendas.

Ni Maduro ni Capriles tienen el gran carisma de Chávez, quien pasaba horas en televisión en intervenciones pintorescas y administraba hasta el último detalle al convertir quejas de la ciudadanía en órdenes a sus ministros, que tenían que solucionarlas de inmediato. Sus índices de aprobación eran altos a pesar de la situación económica.

EL PROBLEMA ECONÓMICO DE VENEZUELA Muchas fábricas en el corazón del país operan a media capacidad debido a los estrictos controles de divisas que las han dejado sin la moneda fuerte que necesitan para importar productos. Líderes empresariales afirman que algunas compañías están al borde de la bancarrota, incapaces de ampliar sus líneas de crédito con proveedores en el extranjero. Chávez impuso el control de cambio hace una década para eliminar la fuga de capital en momentos que expropiaba grandes extensiones de tierra y numerosos negocios privados.

Así mismo, el gobierno culpa de la escasez de leche, mantequilla, harina de maíz y otros bienes de alto consumo al acaparamiento. Que para la oposición se debe a los controles de precios ordenados por Chávez para frenar la inflación.

Capriles afirma que dará vuelta atrás a las expropiaciones de tierras que, argumenta, han arruinado algunas granjas y convertido a Venezuela en un importador neto de bienes como carne vacuna y café. Además asegura que los controles de cambio y precios no pueden eliminarse de inmediato sin provocar una pérdida desastrosa en el valor del bolívar; y ha propuesto poner fin a los envíos de petróleo a Cuba en términos preferenciales como forma de inyectar dólares a la economía.

EL PETROLEO VENEZOLANO Quienquiera que gane todavía tendrá la ventaja de precios históricamente altos del petróleo que Chávez disfrutó durante la mayor parte de sus años en el poder y que le permitieron invertir 500.000 millones de dólares en programas sociales y reducir el índice de pobreza de 50% a aproximadamente 30%.

Pero ha tenido un costo elevado. La deuda de la petrolera estatal PDVSA llegó a 40.000 millones de dólares el año pasado cuando Chávez ordenó que la compañía se dedicara a la distribución de alimentos y a la financiación de programas sociales. La actividad de producción y refinado se desplomó y los ingresos por concepto del petróleo bajaron de 5.600 millones de dólares hace cinco años a 3.800 millones de dólares en 2012.

El país incluso importa 100.000 barriles diarios de gasolina de Estados Unidos.