Fabián Coitiño, un trabajador agrícola del departamento de Rivera, en el norte de Uruguay, es hijo y nieto de campesinos.
Pero nunca podrían haber imaginado sus antepasados cerealeros que las 10 hectáreas que Fabián heredó en la frontera con Brasil podrían acabar llenas de marihuana.
Esa es al menos su intención, tener un tupido y rentable campo verde.
Junto a un grupo de agricultores especializados en el cultivo de hortalizas y frutas orgánicas está organizando una cooperativa que solicitará una licencia oficial para sembrar cannabis, que luego podrá vender al Estado.
La ley aprobada este martes en el Senado convierte a Uruguay en el primer país del mundo donde el Estado regulará la producción, distribución, venta y consumo del cannabis.
Esta norma contempla la asignación de licencias para que agricultores puedan dedicarse legítimamente al cultivo del cannabis, algo hasta ahora prohibido.
En definitiva, si el gobierno quiere regularizar el actual mercado ilegal de marihuana y venderla en farmacias autorizadas, necesitará contar con droga suficiente para satisfacer la demanda.
En concreto, unas 25 toneladas anuales, según estimaciones del ejecutivo.
Las primeras licencias se empezarán a otorgar a mediados del año que viene y se espera que se empiece a plantar la primera cosecha a finales de 2014.
Para nosotros va a ser una producción de alta rentabilidad en comparación con otros cultivos que se han dado tradicionalmente en esta zona, le dice Fabián a BBC Mundo.
Han planteado que va a tener un precio similar al del mercado negro, que es un precio interesante (alrededor de 1US$ por gramo). En cultivos convencionales se habla de muchos kilos para generar las mismas ganancias, explica mientras enseña el huerto de uno de sus socios, donde ahora se cultivan zanahorias, lechugas
INTERÉS INTERNACIONAL Pero este trabajador agrícola no lo tendrá fácil para hacerse con una de estas preciadas licencias. La competencia será tan grande como las expectativas que genera esta ley.
Hay un movimiento interesante de productores, agricultores (acercándose al gobierno), tanto a nivel nacional como internacional, que supera largamente las eventuales licencias que vayamos a otorgar, le dice a BBC Mundo el secretario de la Junta Nacional de Drogas, Julio Calzada.
Sobre todo de empresas y en algunos casos de algún gobierno de otros lugares que tienen interés en licencias para el uso medicinal y que les permita llevar marihuana para sus propios países. Se va a arreglar con pocas licencias, seguramente no más de 20, explica.
El mercado negro de la marihuana en Uruguay está valorado en unos US$30 millones.
Mientras, en el país hay 120.000 personas que en el año compran marihuana para uso recreativo.
Un mercado que ahora pasará a ser legal y controlado por el gobierno.
Lo que es lo mismo, un 8% de la población de entre 15 y 64 años que fuma marihuana y cuyo dinero pasará a las arcas públicas si acuden a comprar sus dosis a las farmacias, como confía el equipo del presidente José Pepe Mujica, del Frente Amplio.
RECREATIVO, MEDICINAL E INDUSTRIAL El ejecutivo insiste en que con esta ley no pretende expandir el mercado ni centrar su política en sus eventuales avances económicos, sino más bien en los beneficios para la salud pública y el combate a los carteles del narcotráfico.
Pero no niega que con la regulación se abren nuevas oportunidades de mercado.
La marihuana se va a producir en Uruguay, pero las semillas podrán provenir de diferentes países.
Además, Uruguay podría salir al mercado global de marihuana, exportando su producto a otras naciones donde sí es legal el uso medicinal del cannabis, como Canadá.
Sí, se abren oportunidades de negocio para los productores nacionales, las farmacias y otros actores que participen de la cadena productiva, asegura a BBC Mundo Martín Collazos, vocero de Regulación Responsable, una coalición de organizaciones a favor de esta ley.
Además se ha iniciado en los últimos años en el mundo un proceso de investigación y generación de conocimiento en torno a la marihuana, con fines psicoactivos para uso medicinal, cuenta.
Pero también para usos industriales, dice.
El cáñamo –una fibra que se extrae de la planta del cannabis con bajo nivel de tetrahidrocannabinol (THC) y cuyo cultivo también se contempla en la ley- se usa para producción de telas, papel, biocombustibles… También en eso Uruguay podría ser un pionero en América Latina.
Hay un sin fin de oportunidades de incorporar valor agregado a la producción de cannabis. Debemos ser inteligentes para que esto favorezca a los productores del país, advierte Collazos.
PLANTACIÓN EN CASA Y CLUBES El optimismo llega también a UruGrow, un pequeño establecimiento en el centro de Montevideo.
Entre fertilizantes, sistemas de iluminación para plantas y parafernalia cannábica, Juan Manuel se muestra optimista por lo que puede traer la ley.
Hace un año abrió junto a otros dos socios el primer grow shop del país, una tienda especializada en la venta de insumos para el cultivo de cannabis.
La ley va a impactar bien, vamos a tener más clientela y ya estamos trabajando para tener más productos de cara al crecimiento de la demanda, que esperamos para enero y febrero.
Confía en que las nuevas autorizaciones para cultivar cannabis en casa (hasta 6 plantas y con una cosecha anual de 480 gramos al año, dice la ley) agrande su nómina de clientes.
Además, la ley habilita la creación de clubes de membresía de entre 15 y 45 personas donde, a cambio de una cuota que podría rondar los US$30 al mes, los socios podrán compartir los gastos de cultivar hasta 99 plantas.
El gerente de UruGrow confía en poder trabajar además como asesor para estos clubes cuando empiecen a establecerse en el país.
CONTRA EL LUCRO Uno de los primeros, en proceso de gestación y con plantas ya cultivándose en un invernáculo fuera de Montevideo, es el de la Asociación de Estudios del Cannabis del Uruguay.
Nos interesa un modelo social de clubes sin fines de lucro, donde se compartan prácticas de cultivo, cata, no el fomento del consumismo, donde se explique a los miembros las consecuencias y contraindicaciones del uso de la marihuana, le dice a BBC Mundo su vocero, Juan Andrés Vaz.
Nada que ver, adviere su colega Laura Blanco, con el modelo de mercado que ya existe en Estados Unidos, donde vender marihuana con fines medicinales es legal en varios estados.
O con el de Washington y Colorado, donde es legal cultivar, vender y consumir también marihuana con fines recreativos desde 2012.
Desde el principio hemos creído que no hay que involucrar al lucro en el cannabis y que hay que mantener lejos a las empresas que salen a la calle a cazar consumidores, dice Blanco.
Por eso desde nuestra lucha estamos fomentando el autocultivo o los clubes, añade.
MUJICA Y SOROS No son los únicos en contra del negocio de la marihuana.
Un reciente encuentro entre el presidente Mujica y el multimillonario estadounidense George Soros, famoso por provocar la quiebra del Banco de Inglaterra en 1992, despertó los recelos de quienes se oponen a la regularización del cannabis.
Durante el debate de la ley en el Senado, el legislador del Partido Colorado Pedro Bordaberry cuestionó los intereses que el magnate inversionista –que apoya la legalización de la marihuana- podría tener en Uruguay.
¿Esa es su revolución, señor presidente? ¿Antes la izquierda marchaba por el Che y ahora lo hace con Rockefeller y Soros por la marihuana?, cuestionó el senador.
Este país era conocido por su carne, no por la marihuana. No hay nada bueno en que Uruguay se convierta en un experimento, en una rata de laboratorio para el mundo, le dijo Bordaberry a BBC Mundo.
El futuro de Uruguay como potencia latinoamericana en la producción o investigación del cannabis apenas empieza a brotar.
De momento las expectativas de negocio para esta pequeña nación sudamericana no alcanzan los niveles de ingreso económico de EE.UU., precisamente por la alta regulación estatal contemplada en la ley.
Según un estudio de la consultora internacional Ibis World, especializada en estudios de mercado, la industria de la marihuana medicinal crece a un ritmo de más del 13% anual sólo en EE.UU., donde los ingresos de este rubro representan más de US$2.000 millones.
Pero no pocos confían en que la legalización traiga también una buena cosecha económica a Uruguay. De dólares color verde marihuana.