Al menos tres manifestantes murieron a tiros fuera de los cuarteles de la Guardia Republicana en El Cairo donde se encuentra detenido el depuesto presidente Mohamed Mursi, dijeron fuentes de seguridad, mientras airados partidarios islamistas enfrentaban a las tropas en varios puntos de Egipto.
El jefe de Estado interino de Egipto, Adli Mansur, quien fue nombrado en el cargo después de que las fuerzas armadas derrocaron a Mursi esta semana, disolvió el Parlamento por decreto, informó la televisión estatal.
Mientras, una multitud de cientos de personas marchó hacia los cuarteles de las fuerzas armadas como parte del movimiento que los Hermanos Musulmanes, el poderoso grupo político al que pertenece Mursi, denominó Viernes de Furia en protesta por el derrocamiento.
El primer presidente democráticamente electo en la historia de Egipto fue depuesto el miércoles en una medida que los islamistas calificaron como un golpe de Estado.
Material de televisión mostró a partidarios de los Hermanos Musulmanes con lo que parecían ser heridas de balas de goma.
Los militares negaron ser responsables. Un portavoz de las fuerzas armadas dijo que las tropas abrieron fuego contra manifestantes y soldados usando balas de salva y gases lacrimógenos. No estaba claro si más unidades de las fuerzas de seguridad, además de las tropas, también estaban presentes.
Antes de las manifestaciones, una fuente militar dijo que las fuerzas armadas permitirían que las personas protestaran todo lo que quisieran.
El líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badia, apareció hoy en El Cairo durante una manifestación de islamistas para pedir a las fuerzas armadas que no disparen contra los ciudadanos.
Badia, que había sido arrestado el jueves, afirmó que estaría dispuesto a dialogar con los militares si reinstalan en el cargo a Mursi.
SE EXTIENDEN PROTESTAS La continua violencia alarmará a Estados Unidos. Washington hasta ahora ha evitado referirse a la remoción de Mursi como un golpe militar, una palabra que bajo la ley estadounidense requeriría que el país detuviera sus fondos de asistencia a Egipto por 1.500 millones de dólares al año.
Los opositores de Mursi también dicen que no se trató de un golpe de Estado sino una intervención para imponer la voluntad del pueblo.
Miles de islamistas salieron a las calles de Alejandría y Assiut para unirse a las protestas y expresaron su rechazo al Gobierno interino apoyado por sus rivales liberales. La coalición liberal de Egipto emitió un llamado urgente a sus partidarios para que se tomaran las calles en respuesta a las manifestaciones de los musulmanes radicales.
En Damanhour, capital de la provincia de Beheira en el Delta del Nilo, 21 personas resultaron heridas en los choques entre facciones.
Ehab el-Ghoneimy, administrador del hospital general de Damanhour, dijo que tres personas resultaron heridas con balas reales, otras con salvas, piedras o fueron golpeadas.
En la ciudad de Ismailia, situada en la región de Suez, soldados dispararon al aire en medio de un intento de los partidarios de Mursi por irrumpir en la oficina del gobernador. Los islamistas se replegaron y no se reportaron víctimas, dijeron las fuerzas de seguridad.
Egipto ha experimentado turbulencias desde la caída de Hosni Mubarak en las revueltas de la Primavera Arabe que estremecieron Oriente Medio y el norte de Africa en el 2011.
Varias decenas de personas murieron el mes pasado en los disturbios, durante los cuales grandes multitudes en El Cairo y otras ciudades pedían por la renuncia de Mursi, indignados por el estancamiento económico y la percepción de que los Hermanos Musulmanes buscaban acaparar el poder.
Su derrocamiento el miércoles fue recibido con escenas de celebración en las que participaron millones de personas, pero que también enfurecieron a los partidarios del ex mandatario que temen una nueva represión a los islamistas, igual a la que soportaron durante generaciones bajo el mando militar.