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Volkswagen
Redacción EC

En el garaje de Kinfe Abera, en Addis Ababa, Etiopía, los magullados Volkswagen Beetle de 50 años disfrutan de una especie de vida después de la muerte; sus partes nunca se descartan sino que se vuelven a usar para mantener a los otros escarabajos que ruedan en la ciudad.

El Escarabajo nació en la década de 1930 debido al deseo del dictador Adolf Hitler de producir un "coche popular" y barato para las familias alemanas. Después de la Segunda Guerra Mundial se vendieron decenas de millones en todo el mundo.

La producción de la versión original de los pequeños vehículos con curvas terminó en el 2003, y las piezas de repuesto auténticas pueden ser difíciles de conseguir. Entonces los mecánicos etíopes tienen que "masacrar" algunos autos para mantener vivos a otros.

"Si uno está en malas condiciones, lo canibalizaremos y emplearemos sus partes en otros autos. Así es como prolongamos su vida", dijo Kinfe, el propietario de una mecánica de 74 años que ha estado trabajando en escarabajos durante seis décadas.

"El Volkswagen Beetle es un coche para personas de bajos ingresos. Nunca te fallan, te llevan a cualquier parte y tienen una excelente funcionalidad", dijo.

"Ojalá los alemanes hubieran continuado produciéndolos. Los abandonaron y las cosas comenzaron a desmoronarse".

"Son coches encantadores", sostuvo Teferi Markos, un mecánico del taller de Kinfe. "Estás satisfecho cuando los arreglas. Si quieres cambiar el color, absorben cualquier pintura".

Cerca de 8.000 vehículos comerciales y de otro tipo se ensamblan en Etiopía para el mercado interno, alrededor de una cuarta parte de ellos son automóviles. El número de modelos importados caros también está aumentando a medida que surge una nueva clase media.

Pero el pequeño escarabajo todavía tiene una base de seguidores leales. Algunos jóvenes etíopes lo encuentran de moda, mientras que para otros conductores prima la nostalgia.

"Mi cuñado tenía un Beetle y aprendí a conducir con él cuando era un joven estudiante", dijo Workineh Kebede, de 41 años, un empresario en la capital.

"Me gustan porque son muy fáciles de manejar. Así que lo compré por mi amor hacia ellos desde ese momento. No es por razones económicas: podría comprar otros automóviles".

Fuente: Reuters

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