Quién fue Kaing Guek Eav, el carcelero de Camboya que torturó y mató a miles de personas

La muerte del profesor de matemáticas coincide con el nacimiento del guerrillero. Había demostrado grandes habilidades para el estudio, era considerado como una de las lumbreras de su país, pero todo se esfumó cuando la injusticia lo colmó. Quizás todo podía ser debatido, pero jamás que se metieran con sus estudiantes. Solo cuando un grupo de ellos fue detenido en extrañas circunstancias, fue que Kaing Guek Eav tomó las armas.

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Su rostro se desdibujó en 1965, con su ingreso a la guerrilla comunista del Jemer Rojo de Camboya. Los medios no importaban con tal de mejorar la sociedad, un sueño que compartía con Pol Pot, Khieu Samphan, Nuon Chea y otros hombres igual de brillantes formados en Europa. ¿El objetivo? Construir un gobierno maoísta liderado por campesinos.

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EL NACIMIENTO DEL ODIO

A inicios de los 60, el poder estaba en manos del rey Norodom Sihanouk, cuya política exterior consistía en mantener buenas relaciones con todos por igual. “La Vanguardia” recuerda que el monarca aceptó ayuda financiera de Estados Unidos, y que al mismo tiempo “estrechaba su amistad con los líderes comunistas de Pekín”. Su gran problema fue que no se preocupó por lo que sucedía al interior de Camboya, y que tomó malas decisiones que afectaron al pueblo.

Se recuerda, por ejemplo, que abrió un casino para aumentar la riqueza del Estado. Las consecuencias: mayor empobrecimiento de la población y suicidios por deudas.

Es en ese contexto que nacen los Jemeres Rojos, nombre con el que se conoció a los guerrilleros del Partido Comunista de Kampuchea. Durante la Guerra Fría, Camboya quedó al medio del conflicto entre el Vietcong y el ejército estadounidense en Vietnam. De allí que Richard Nixón, entonces presidente de EE.UU., decidiera bombardear el país. Según recoge “El Mundo”, durante cuatro años se lanzaron 108 mil toneladas de explosivos, matando entre 40 mil y 120 mil camboyanos.

En marzo de 1970, y durante un viaje del rey, se dio un golpe de Estado. El poder luego pasaría a manos del militar Lon Nol, quien persiguió a los Jemeres.

En medio de la inestabilidad, la guerrilla –liderada por Pol Pot– cobró fuerza y empezó la guerra contra el gobierno de turno, y en paralelo, conversó con el monarca derrocado para que regresara al país. Sus esfuerzos tuvieron frutos: EE.UU. se retiró militarmente de Vietnam en 1973 y, al poco tiempo, evacuaron a sus diplomáticos y ciudadanos. La revolución comunista había triunfado.

EL COMIENZO DEL TERROR

En un principio, Norodom Sihanouk y Pol Pot quedaron como aliados. Pronto, el monarca quedó en arresto domiciliario y eventualmente abandonó el país. Los Jemeres Rojos estaban decididos a gobernar con mano dura.

Una de las primeras acciones de Pol Pot fue forzar la ruralización del país, obligando que 2,5 millones de personas abandonaran las ciudades y fueran a trabajar al campo. Todos debían dedicarse a la agricultura. “El Mundo” cuenta que bastaba con vestir lentes para poder ser ejecutado; mientras que al final del gobierno, solo quedó “un abogado con vida en toda Camboya”.

Es entonces que Kaing Guek Eav empieza a cobrar protagonismo. Hasta la toma de poder de los Jemeres Rojos en el 75, él se había destacado al dirigir centros de detención. Su buen trabajo para la revolución lo harían jefe de la Santebal, una suerte de policía encargada de la seguridad nacional, y le fue asignada la prisión de Tuol Sleng, cuya misión era torturar y sacar confesiones de traición. Nadie debía salir vivo.

TODO VALE

“Camarada, más vale una Camboya poco poblada que un país lleno de incapaces […]. Poco importa la magnitud del sacrificio: solo cuenta la grandeza de los objetivos”. Kaing Guek Eav –quien fue apodado ‘Duch’– siempre tuvo sus ideas firmes. Solo así se puede entender que haya confesado haber torturado y asesinado a más de 16 mil personas, por lo que en el 2010 fue condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad. Su defensa fue que solo seguía órdenes.

Más tarde se convertiría al cristianismo y pediría perdón por sus actos. Ayer, el verdugo de 77 años fue alcanzado por la muerte.

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