(Foto: AFP)
Agencia AFP

"Podrán morir las personas pero jamás sus ideas". En Vallegrande, la localidad de donde cayó hace cincuenta años, se mantiene viva la sentencia del guerrillero más famoso de América Latina.

"Pensaron en la época que al Che lo mataban y se acabó. ¡Mentira! Al Che lo mataron y fue mucho más grande, se multiplicó por millones", sentencia el cubano Eloy Fidalgo López, de visita en Vallegrande para conmemorar los 50 años de la muerte del guerrillero a los 39 años a manos del ejército boliviano.

Con el impulso del gobierno de Evo Morales, uno de los pocos que sobreviven de la ola izquierdista que se propagó por América Latina en el los albores del siglo, se quiere convertir a Vallegrande en un recuerdo vivo de la lucha antiimperialista.

En Vallegrande se levanta un mausoleo, en el hueco donde se hallaron los restos del Che y de seis compañeros, cerca de la lavandería donde fue expuesto por dos días el cadáver del guerrillero.

Flores, cigarros puros, colillas a medio consumir, fotos del Che sobre una piedra con los nombres de los siete guerrilleros escritos a mano, mantienen viva la memoria de uno de los mitos de la revolución antiimperialista planetaria.

Junto al mausoleo, rodeado de un parque sembrado de árboles plantados, entre otros por su hija Aleida Guevara, amigos y desconocidos, se encuentra un pequeño museo con las fotos de las últimas horas del Che muerto y unas copias de sus diarios.

Este centro ha sido construido hace un año y es una oportunidad para desarrollar el turismo por los 50 años de la muerte del Che. A esta conmemoración han acudido, entre otros, tres de los cuatro hijos del Che, delegaciones de Cuba y Venezuela y admiradores de toda América Latina.

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