(Foto: AFP)
Agencia AFP

A pesar de los destrozos del potente huracán Irma y la advertencia de no viajar a Cuba que emitió el gobierno de Estados Unidos, la canadiense Dina Guiro se solaza esta semana en una playa cubana. "No hay nada de qué preocuparse", dice.

Sólo dos meses antes de la temporada alta de turismo (noviembre-abril), Irma castigó la costa norte de Cuba, donde se concentra la mayoría de hoteles de sol y playa de la isla, provocando grandes afectaciones al país y dejando 10 muertos.

Pero la planta hotelera no sufrió daños estructurales y las aparatosas roturas de puertas, ventanas y vidrios, fueron reparadas, según responsables del sector. Ninguno de los 39.000 turistas extranjeros que estaban en la isla sufrió lesiones.

Casi simultáneamente, el gobierno estadounidense aconsejó a sus ciudadanos no visitar Cuba por problemas de seguridad, tras "ataques" que habrían provocado trastornos de salud a 24 de sus diplomáticos en La Habana.

Guiro, que ha visitado Cuba 30 veces en 12 años, no renunció sin embargo a sus planes.

"Sé lo rápido que actúan y lo rápido que se recuperan" tras el paso de huracanes, declaró a periodistas esta peluquera de Montreal, en la playa Santa Lucía, 600 kilómetros al noreste de La Habana.

Más que por los "daños" provocados, aún no cuantificados, Irma hizo que "agencias de viajes cancelaran muchas reservas por temor a que las instalaciones no estuviesen listas para la temporada", explicó a AFP José Luis Perelló, consultor de la Universidad de La Habana.

- "Como antes" -
El Ministerio del Turismo (Mintur) se volcó a la recuperación. Brigadas de construcción civiles y militares trabajaron en aeropuertos, hoteles y vías.

Cuba arrancó su temporada alta "con todos los destinos turísticos del país operativos", incluidos la mayoría de hoteles de la "cayería norte", celebró el ministro del Turismo, Manuel Marrero.

Hay disponibles, agregó, 366 hoteles (68.000 habitaciones). Más de la mitad son gestionados por 20 cadenas internacionales, entre ellas las españolas Meliá e Iberostar.

En sendos comunicados, estos grupos informaron la reapertura para la temporada de todos los hoteles afectados por Irma.

"No parece que un huracán pasara. Todo está como antes", comentó la operadora de turismo canadiense Julia Forcier, al concluir un recorrido por polos turísticos.

Canadá es el primer "emisor" de turistas a Cuba (1,2 millones en 2016) y aunque cinco de sus diplomáticos dicen haber sido afectados también por los ataques, Ottawa no emitió advertencias de viaje e investiga esos incidentes con La Habana.

- "Dañar el turismo" -

El turismo es el sector más dinámico de la economía cubana con ingresos de casi 3.000 millones de dólares anuales. Además de playas de aguas turquesas, su principal oferta es la seguridad.

Pero la advertencia de viaje estadounidense hace sombra precisamente a ese punto.

"El Departamento de Estado advierte a los ciudadanos estadounidenses que no viajen a Cuba", decía el texto, que se sumó a restricciones de viaje anunciadas en junio por Donald Trump, comprometido con endurecer la política hacia la isla de su antecesor Barack Obama.

El miércoles, el canciller cubano Bruno Rodríguez denunció en Naciones Unidas que esa "infundada y absolutamente mendaz advertencia" busca "dañar el turismo internacional a Cuba".

El presidente del gubernamental Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba (IACC), Armando Daniel, informó de su lado que la Administración de Seguridad del Transporte estadounidense (TSA) "auditó" las operaciones aéreas cubanas siete veces en 2017, la más reciente en octubre.

En Cuba "uno se siente tranquilo", dijo Guiro, mientras Forcier aseguraba que "los canadienses no escuchan mucho" (a Trump).

Perelló sostiene que las medidas estadounidenses pueden provocar "cierta disminución de los flujos turísticos", pero no amenazan el "boom" que desató la reconciliación con Washington en 2015 y permitió a la isla recibir por primera vez cuatro millones de turistas en 2016.

Las cifras oficiales lo confirman: Cuba acogió hasta octubre 3,8 millones de visitantes, incluidos 536.000 estadounidenses (casi el doble que en 2016) y, según Marrero, no renuncia a su meta de llegar a 4,7 millones al cierre de este año.

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