(Foto: AP)
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Redacción EC

Cuando Elías Zaldívar tenía 18 años y quería conseguir , no tenía que recorrer los pasillos de la universidad en busca de ese muchacho con cara de dopado que la vendía en su dormitorio. Iba derecho a un médico.

En una concurrida calle de Hollywood, descubría rápidamente una clínica especializada en derivaciones para la yerba. Tras conversar por videoconferencia durante 10 minutos con un médico, en la recepción le entregaban una carta de aspecto oficial con un sello dorado estampado en relieve que le permitía comprar en cualquier dispensario de , .

Zaldívar, ahora de 21 años y entrenador de artes marciales mixtas, ha renovado anualmente su certificado para adquirir marihuana medicinal, siempre con el mismo pretexto. Ríe al recordar lo que le dijo al médico que le emitió la primera receta: “Le dije que padecía ansiedad”.

En las dos décadas desde que California autorizó el consumo de cannabis por razones médicas —fue el primer estado en hacerlo— ha sido un secreto a voces que quien quiera marihuana por el motivo que sea puede encontrar un médico que la recomendará casi con cualquier pretexto.

Técnicamente lo que emite el médico no es una receta sino una “carta de recomendación”, porque es ilegal recetar una sustancia prohibida por el gobierno federal, no importa lo que diga la ley estatal.

Obtenida la recomendación, la persona puede solicitar una cédula emitida por el estado que, si bien no es obligatoria, siempre es conveniente para ser tomado en serio como alguien que necesita consumir yerba para conservar la salud.

Aunque algunos médicos que toman el examen en serio cobran mucho más, los honorarios de los lugares que lo hacen en 10 minutos son de unos 40 dólares.

Ahora que la marihuana para consumo recreativo se volverá legal para los mayores de 21 años a partir del 1 de enero, algunos arrojarán sus cédulas estatales a la basura.

Se estima que los ingresos por la venta de marihuana medicinal caerán de 2.000 millones de dólares en 2016 a 1.400 millones el año próximo, según un estudio publicado este año por el Centro de Asuntos Agrarios de la Universidad de California. El mismo estudio calcula que la venta de marihuana recreativa recaudará más de 5.000 millones de dólares al acaparar el 62% de las transacciones, mientras el mercado negro conservará el 30%.

Zaldívar y otros dicen que ya han visto a las fuerzas del mercado en acción. En los meses previos a la legalización de la yerba recreativa, muchos de los dispensarios que frecuentan les permiten entrar sin sus cédulas estatales.

“A medida que se acercan a la legalización, ni siquiera piden las cartas de recomendación”, dijo Adam Salcido, de 22 años, que trabaja para una empresa que organiza eventos concurridos como Hempfest y Cannabis Cup. Obtuvo su cédula para tratar trastornos estomacales que dice padecer desde la infancia, y por ahora piensa conservarla.

Muchas personas, como Salcido, sí consumen marihuana para tratar trastornos graves de salud.

“Algunos médicos, como yo, que recibimos a enfermos muy graves —con epilepsia, cáncer y otros trastornos— probablemente no perderemos clientela, ya que manejamos todo el tratamiento con cannabis, no solo la emisión de la carta de acceso”, dijo la doctora Bonni Goldstein, una pediatra que comenzó a tratar tanto niños como adultos con cannabis hace 10 años, cuando comprobó sus bondades medicinales.

Un sector de la población atrapado entre la marihuana medicinal y la recreativa es el de 18 a 20 años. La medicinal es legal para los mayores de 18, de manera que ese sector seguirá utilizando pretextos médicos para conseguir la cédula y comprar la yerba legalmente.

También podría haber un incentivo financiero para conseguir la cédula médica porque el impuesto sobre la marihuana medicinal es menor que el aplicado a la recreativa. Pero para este último consumidor, el ahorro probablemente no compensará el esfuerzo y el costo de obtener la cédula.

Pero a medida que algunos dispensarios se convierten en simples tiendas de yerba que venden chocolates o vino con cannabis, porros para la venta por pieza y galletas para los consumidores acérrimos, algunos médicos dicen que esto afectará a los profesionales que se han habituado a realizar la consulta con el paciente por Skype y enviar la receta —mejor dicho, la recomendación— por email.

“Los médicos siguen uno de dos caminos. Unos son los que practican la medicina de calidad, los otros los que ven en esto un medio para ganar mucho dinero”, dijo el doctor David Bearman, que empezó a recetar la medicinal desde poco después de su legalización en 1996.

Bearman fundó la Academia Estadounidense de Medicina Cannabinoidea para diferenciarse de los colegas como uno que puso en la puerta de su consultorio a una chica en bikini con un cartel que anunciaba la venta de cédulas de marihuana medicinal por 39,99 dólares.

“Es por eso que la legalización del cannabis para consumo recreativo es tan importante”, dijo Goldstein, quien al igual que Bearman habla con el paciente cara a cara durante una hora o más y solo emite la cédula si la historia clínica le convence que la persona padece un trastorno grave que el cannabis puede ayudar a aliviar.

“Que los pacientes medicinales sean medicinales”, añadió, “y que los consumidores recreativos la consuman para su recreación”. 

(Fuente: AP)

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