Donald Trump y Joe Biden protagonizarán la noche del martes el primer debate de cara a las elecciones presidenciales de noviembre. (Foto: MANDEL NGAN / AFP).
Donald Trump y Joe Biden protagonizarán la noche del martes el primer debate de cara a las elecciones presidenciales de noviembre. (Foto: MANDEL NGAN / AFP).
/ MANDEL NGAN
Agencia AP

Como candidato a la presidencia de en el 2016, tomó el control de la situación. Magistralmente pintó a sus rivales como le convenía y los denigró con apodos burlones y diciendo lo que le venía en gana en los debates. Una y otra vez los arrastró a las controversias que él mismo creaba.

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Las cosas no van por el mismo camino en el 2020. Si bien puede seguir siendo la fuerza más visible y visceral de la contienda presidencial, le está costando controlar la campaña en medio de la pandemia del coronavirus contra el demócrata .

Sus cuestionamientos de Biden han sido dispersos e inconsistentes, frustrando a algunos republicanos que estiman que ha desperdiciado numerosas oportunidades de pintar a su rival del peor modo posible. Sus esfuerzos por evitar que se hable de la pandemia del coronavirus y enfocar la atención en temas que le pueden ser favorables no han rendido dividendos y no logra escaparle a un punto que pone en duda sus condiciones de líder.

La misma postulación de Amy Coney Barrett para la Corte Suprema, un nombramiento que debía entusiasmar a los conservadores, fue opacada por las sensacionales revelaciones del New York Times sobre sus finanzas personales.

El debate del martes, el primero de la campaña, ofrece a Trump una de las últimas oportunidades que tendrá de empañar la imagen de Biden. Aunque a cinco semanas de las elecciones, podría ser demasiado tarde, según algunos republicanos.

Donald Trump enfrenta tres enemigos en esta campaña: El coronavirus, a Joe Biden y el calendario”, dijo Neil Newhouse, un encuestador republicano.

Pocos se animan a dar la batalla por perdida para Trump, quien en el 2016 estaba abajo en las encuestas y terminó superando a Hillary Clinton en el voto electoral. En el debate el presidente cuestionará la trayectoria de Biden, su carácter e incluso su agilidad mental.

Su mensaje, sin embargo, está lleno de incoherencias.

A veces pinta a Biden como un ultraizquierdista y otras admite que es un moderado que corre peligro de ser manejado por sectores más liberales de su partido.

Asegura que Biden, con sus 77 años, está demasiado viejo como para ser presidente, pero sus asesores le advirtieron el lunes que no se confíe, que su oponente se maneja bien en los debates.

En privado, algunos republicanos no se explican cómo es que Trump, quien hace cuatro años detectó y explotó las debilidades de sus rivales, no haya encontrado la mejor forma de hacer quedar mal a Biden a esta altura de la campaña.

Los presidentes en ejercicio que buscan la reelección generalmente empiezan a definir a sus rivales con antelación, cuando todavía están en marcha las primarias. Pero Trump no lo ha hecho.

El votante promedio necesita escuchar el mismo mensaje ocho veces para asimilarlo, y ni hablar de creerlo”, dijo Ben LaBolt, quien colaboró en la campaña de Barack Obama y trabajó en la Casa Blanca. “Trump tiró muchos dardos, pero ninguno quedó en el tablero”.

No es que Trump no lo haya intentado.

Viene criticando a Biden desde hace meses en su cuenta de Twitter y en sus actos, y últimamente ha apelado a golpes muy bajos, como decir que su rival podría tomar drogas para el debate, algo de lo que no tiene prueba alguna.

Hasta ahora, ninguna de sus críticas ha tenido el impacto que tuvo su insistencia en presentar a Hillary Clinton como una “bandida” en el 2016, táctica que puede haber convencido a algunos indecisos a último momento para que votasen por él.

Hizo que la contienda fuese más sobre Hillary Clinton que sobre él”, comentó Newhouse, el encuestador republicano. “Esta vez eso le está costando”.

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