Un equipo especial revisa el área de Utica, en Nueva York, luego de una simulación de bombardeo atómico en 1951. (Referencial: AP)
Un equipo especial revisa el área de Utica, en Nueva York, luego de una simulación de bombardeo atómico en 1951. (Referencial: AP)
Redacción EC

Tres miembros del Congreso de Estados Unidos están exigiendo una investigación ante revelaciones de que durante la Guerra Fría el gobierno de ese país realizó experimentos con radiación en civiles, incluso niños, mujeres embarazadas y miembros de minorías étnicas.

El libro, escrito por una experta basada en San Luis, asevera que los civiles fueron alimentados, rociados o inyectados con radiación u otras sustancias peligrosas.

Las consecuencias de salud de ese programa son desconocidas.

El libro se titula “Behind the Fog: How the U.S. Cold War Radiological Weapons Program Exposed Innocent Americans” (“Tras la neblina: Cómo el programa de armas radiológicas afectó a estadounidenses inocentes”), de Lisa Martino-Taylor, una profesora asociada de sociología en la Universidad Comunitaria de San Luis.

La experta reconoció que rastrear enfermedades como el cáncer para motivos específicos es difícil.

Sin embargo, tres demócratas de la Cámara de Representantes que representan zonas en las que ocurrieron las pruebas -William Lacy de Missouri, Brad Sherman de California, y Jim Cooper de Tennessee-dijeron que se sienten indignados por lo encontrado.

Martino-Taylor utilizó solicitudes de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información para obtener documentos inéditos, incluyendo registros del ejército. También revisó registros públicos y artículos publicados.

Contó a AP que encontró que un pequeño grupo de investigadores, junto con instituciones académicas, desarrollaron armas radiológicas y posteriormente “armas mixtas” utilizando materiales radioactivos junto con armas químicas o biológicas.

Su libro, publicado en agosto, es la continuación de su tesis de 2012 en la que encontró que el gobierno condujo una serie de pruebas de sulfuro de cadmio y de zinc en una zona pobre de San Luis entre los años 50 y 60. El libro se enfoca a mediados de los años 40 y mediados de los 60.

Una portavoz del ejército declinó comentar sobre la cuestión, pero el reporte de Martino-Taylor de 2012 fue lo suficientemente escandaloso para generar una investigación por parte del ejército. Dicha investigación no encontró evidencia de que las pruebas en San Luis representaron una amenaza a la salud.

Martino-Taylor dijo que el programa con armas radiológicas fue una prioridad para el gobierno, el cual desconocía si las personas en Estados Unidos, así como en algunas partes de Inglaterra y Canadá, habían sido expuestos a algún material potencialmente mortal mediante el rocío al aire libre, la ingestión e inyección, de acuerdo con la autora.

Fuente: AP
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