Mientras que los republicanos se preocupan más que los demócratas por la inmigración, la ansiedad más intensa se da entre las personas con mayor tendencia al pensamiento conspirativo, según el estudio del Centro NORC.
Mientras que los republicanos se preocupan más que los demócratas por la inmigración, la ansiedad más intensa se da entre las personas con mayor tendencia al pensamiento conspirativo, según el estudio del Centro NORC.
/ Matthew Hatcher / Bloomberg
Agencia AP

En un momento en que la retórica contra la inmigración está desbordante al acercarse las elecciones de mitad de periodo de este año en , aproximadamente 1 de cada 3 adultos creen que se está tratando de sustituir a los estadounidenses nacidos en el país por inmigrantes con el fin de obtener beneficios electorales.

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Aproximadamente 3 de cada 10 también se preocupan de que el incremento en la inmigración esté haciendo que los estadounidenses nacidos en el país pierdan su influencia económica, política y cultural, según una encuesta realizada por el Centro NORC para la Investigación de Asuntos Públicos y The Associated Press. Los republicanos son más propensos que los demócratas a temer una pérdida de influencia a causa de la inmigración, un 36% frente a un 27%.

Esas opiniones reflejan el creciente sentimiento antiinmigrante expuesto en redes sociales y en la televisión por cable, y algunos comentaristas conservadores como Tucker Carlson explotan el miedo a que los recién llegados pudieran perjudicar a los ciudadanos nacidos en el país.

En su manifestación más extrema, esos puntos de vista cada vez más públicos en Estados Unidos y Europa se basan en una teoría conspirativa de hace décadas a la que se le llama el “gran reemplazo”, una afirmación falsa de que las poblaciones nacidas en el país están siendo sobrepasadas por inmigrantes no blancos que están erosionando, y a la larga borrarán, su cultura y sus valores. El término, que antes era tabú, se convirtió en el mantra de Marine Le Pen, la candidata ultraderechista que perdió en las recientes elecciones presidenciales francesas.

“Creo firmemente que los demócratas —desde Joe Biden y Nancy Pelosi, y de allí para abajo— quieren traer a los inmigrantes ilegales y darles derecho al voto inmediatamente”, dijo Sally Gansz, de 80 años. En realidad, sólo los ciudadanos estadounidenses pueden votar en las elecciones estatales y federales, y conseguir naturalizarse suele llevar años.

Gansz, una republicana blanca, ha vivido toda su vida en Trinidad, Colorado, donde aproximadamente la mitad de la población de 8.300 habitantes dice ser hispana, la mayoría con raíces que se remontan siglos atrás a los colonos españoles de la región.

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“¿No es obvio que veo Fox?”, bromeó Gansz, quien comentó que ve el canal conservador casi a diario, incluido el programa de alto índice de audiencia de Fox News Channel, “Tucker Carlson Tonight”, uno de los principales defensores de esas ideas.

“El cambio demográfico es la clave de las ambiciones políticas del Partido Demócrata”, señaló Carlson en el programa el año pasado. “Para ganar y mantener el poder, los demócratas planean cambiar la población del país”.

Esos puntos de vista no los tiene la mayoría de los estadounidenses. De hecho, dos terceras partes consideran que la diversidad de la población del país fortalece a Estados Unidos, y son muchos más los que están a favor que los que se oponen a una vía de legalización para los inmigrantes traídos ilegalmente a la nación cuando eran niños. Pero las profundas preocupaciones expresadas por algunos estadounidenses ayudan a explicar cómo el tema vigoriza a los que se oponen a la inmigración.

“No siento que la inmigración me afecte realmente ni que socave los valores estadounidenses”, dijo Daniel Valdes, de 43 años, un demócrata registrado que trabaja en finanzas para una empresa aeronáutica en la Costa Espacial de Florida. “Soy bastante indiferente a todo esto”.

Los abuelos maternos de Valdes llegaron a Estados Unidos desde México, y señaló que tiene “muchísimos” parientes en la ciudad fronteriza de El Paso, Texas. Del lado de su padre tiene raíces puertorriqueñas.

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Mientras que los republicanos se preocupan más que los demócratas por la inmigración, la ansiedad más intensa se da entre las personas con mayor tendencia al pensamiento conspirativo. Ese tipo de personas son las que tienen mayor propensión a estar de acuerdo con una serie de afirmaciones, como que gran parte de la vida de las personas está “controlada por complots ideados en lugares secretos” y que “los grandes acontecimientos como las guerras, las recesiones y los resultados de las elecciones están controlados por pequeños grupos de personas que están trabajando en secreto contra el resto de nosotros”.

En total, el 17% de los encuestados cree que los nacidos en el país están perdiendo influencia debido a la creciente población de inmigrantes, y que un grupo de personas en Estados Unidos está intentando sustituir a los nativos por inmigrantes que coincidan con sus opiniones políticas. Esa cifra se eleva al 42% entre la cuarta parte de estadounidenses más propensos a adoptar otras teorías de conspiración.

Alex Hoxeng, de 37 años de edad y republicano blanco de Midland, Texas, dijo que esas versiones más extremas de las conspiraciones sobre la inmigración le parecen “un poco descabelladas”, pero sí cree que la inmigración podría disminuir la influencia de los nacidos en Estados Unidos.

“Siento que si nos vemos inundados de inmigrantes que llegan ilegalmente, ello puede diluir nuestra cultura”, manifestó Hoxeng.

Teresa Covarrubias, de 62 años, rechaza la idea de que los inmigrantes estén socavando los valores o la cultura de los nacidos en Estados Unidos o que se les traiga para reforzar la base de votantes demócratas. Está inscrita en el padrón electoral, pero no está alineada con ningún partido.

“La mayoría de los inmigrantes que he visto tienen una buena ética de trabajo, pagan impuestos y tienen un fuerte sentido de la familia”, comentó Covarrubias, una maestra de segundo grado en Los Ángeles cuyos cuatro abuelos llegaron a Estados Unidos desde México. “Ayudan a nuestro país”.

Líderes republicanos, incluidos los gobernadores fronterizos Doug Ducey, de Arizona, y Greg Abbott, de Texas —que aspira a ser reelegido este año_, han criticado cada vez más lo que llaman una “invasión”, y políticos conservadores han viajado a la frontera entre Estados Unidos y México para posar en fotos junto al muro fronterizo del expresidente Donald Trump.

Los senadores demócratas vulnerables que se presentan a las elecciones de este año en Arizona, Georgia, Nueva Hampshire y Nevada se han unido a muchos republicanos para pedirle al gobierno de Biden que aguarde para retirar la norma de salud pública implementada por la pandemia de coronavirus, conocida como Título 42, que niega a los inmigrantes la posibilidad de solicitar asilo. Temen que pueda atraer a más inmigrantes a la frontera de los que los agentes pueden manejar.

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Las autoridades estadounidenses detuvieron a inmigrantes más de 221.000 veces en la frontera con México en marzo, la cifra más alta de los últimos 22 años, lo que ha creado un tenso panorama político para los demócratas en un momento en que el gobierno de Biden se prepara para retirar el Título 42 el 23 de mayo. Los poderes implementados en la pandemia se han utilizado para expulsar a migrantes más de 1,8 millones de veces desde que se invocaron en marzo de 2020 con el argumento de prevenir la propagación del COVID-19.

Los inmigrantes recién llegados no pueden votar en las elecciones federales porque no son ciudadanos, y naturalizarse es un proceso arduo que puede durar una década o más, si es que tienen éxito. En la mayoría de los casos, primero deben obtener la residencia permanente y luego esperar cinco años más para poder solicitar la naturalización.

Las investigaciones no han encontrado evidencia de que se haya generalizado el voto de personas que no cumplen los requisitos, incluidos los no ciudadanos. Por ejemplo, una auditoría de las listas de votantes de Georgia realizada este año encontró menos de 2.000 casos de no ciudadanos que intentaron empadronarse y votar en los últimos 25 años, ninguno de los cuales tuvo éxito.

Blake Masters, candidato al Senado por Arizona, es uno de los republicanos que se presentan a las elecciones de este año y que han aprovechado la preocupación de los habitantes por el cambio de la población.

“Lo que la izquierda quiere realmente es cambiar la demografía de este país”, dijo en un video grabado en octubre. “Quieren hacer eso para poder consolidar el poder y no volver a perder otras elecciones”.

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