Gisella López Lenci

Decenas de personas caminan desorientadas, sin rumbo fijo. Otros se desparraman sentados por el piso. Parece una película zombi, pero la escena es real. Son adictos al fentanilo que se juntan en el barrio de Kensington, Filadelfia. Ahí se inyectan, o la consumen en pastillas, y dejan que los efectos les pasen factura en plena calle.