Jugadores de Los Angeles Lakers, entre ellos la estrella Lebron James, se arrodillan antes de su encuentro con los Portland Trail Blazers el pasado 24 de agosto. El gesto forma parte de la protesta pacífica contra el racismo y el abuso policial. (AFP)
Jugadores de Los Angeles Lakers, entre ellos la estrella Lebron James, se arrodillan antes de su encuentro con los Portland Trail Blazers el pasado 24 de agosto. El gesto forma parte de la protesta pacífica contra el racismo y el abuso policial. (AFP)
/ Kevin C. Cox
Gisella López Lenci

Aunque algunos se empeñen en creer lo contrario, el deporte nunca se ha desligado de la política. “Los que creen que el deporte no tiene nada que ver con la política o no saben nada de deporte o no saben de política”, escribió alguna vez el historiador uruguayo Gerardo Caetano. Y los ejemplos abundan. Los Juegos Olímpicos de 1936, en Berlín, utilizados por Adolf Hitler como propaganda nazi; el mundial de Argentina 78, que sirvió como lavada de cara para la dictadura de Jorge Rafael Videla; o las banderas autonómicas de Cataluña que siempre están presentes en los partidos del Barcelona FC.

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