Jeb Bush: al rescate de una campaña casi perdida
Jeb Bush: al rescate de una campaña casi perdida
Gisella López Lenci

"Por favor, aplaudan”, fue el pedido de súplica, casi agónico, que hizo durante un discurso en Nuevo Hampshire. En tres palabras mostró su desesperanza ante una campaña cuesta arriba. Estoy acá, háganme caso.

Hace un año, Jeb Bush era el candidato inevitable del Partido Republicano. Su apellido era un arma de doble filo, pero muchos lo colocaban solo en la carrera. Los rivales que se iban presentando en el camino parecía que no le harían la sombra suficiente y ya todos hablaban de la pelea entre dos dinastías políticas en el camino hacia la Casa Blanca: Un Bush otra vez frente a un Clinton. Hillary Clinton.

Hasta que Donald Trump apareció en escena y todo cambió. Como el matoncito de la clase, el millonario empresario no dudó en burlarse de Jeb Bush y su “poca energía”. Mal orador y desangelado, el hijo y hermano de dos ex presidentes inició su campaña con el pie izquierdo. Sus malas presentaciones en los debates y su poca capacidad de respuesta, gracias a que toda la atención siempre se la llevaba Trump, le fueron restando apoyo. El ‘establishment’ republicano empezó a mirarlo de lado.

Pese a que ha recaudado más de 155 millones de dólares en la campaña, y de ser el republicano con más apoyo financiero, su candidatura aún no prende. En la primera elección en los caucus de Iowa quedó sexto y consiguió apenas el 2,8% de votos. Una cifra irrelevante, una candidatura casi de relleno, que se vio superado por postulantes más jóvenes y con menos recorrido político como los senadores Ted Cruz y Marco Rubio.

“Usted ha sido un candidato terriblemente aburrido”, le dijo la influyente revista republicana “National Review”, que incluso le sugirió abandonar la nominación.

Pero no todo parece estar perdido… aún. Las primarias de Nuevo Hampshire le han dado un poco de oxígeno. Tras hacer un trabajo de hormiga en este estado, visitar condado por condado, y apelar a un discurso moderado entre un electorado básicamente independiente, el ex gobernador de Florida recuperó un poco el paso. Los resultados en este estado lo colocaron en el cuarto lugar con el 11% de los votos. Pero aún le falta mucho para intentar ser el nominado de su partido.

El peso del apellido

La desesperación por recolocarse mejor en la campaña lo ha hecho recurrir a su familia, de esa de la que quiso desmarcarse desde un inicio, pero a la que se aferra ahora para no quedar en el rubro de ‘otros’.

Primero fue su madre, Barbara, de 90 años, quien ha pedido el voto por el segundo de sus hijos, y ahora su hermano, el ex presidente George W. Bush. “Jeb se ha enfrentado a crisis como gobernador de Florida y lo ha hecho con firmeza y la tranquilidad necesaria de un buen líder. Respeta a los militares, honra a sus familias. Puede tomar las decisiones difíciles”, ha dicho el responsable de la guerra en Iraq en un anuncio de radio que ha comenzado a emitirse en Carolina del Sur, la siguiente cita electoral.

La matriarca de la familia, respetadísima en los círculos republicanos, lo acompañó en actos de campaña en Nuevo Hampshire. En una entrevista a CBS News reconoció que ella no estaba de acuerdo en un principio con la postulación de Jeb Bush, pero que terminó aceptándolo. Eso sí, le jaló las orejas por ser “demasiado educado”: “No le he dado recomendaciones, pero si tuviera que darle un consejo le diría: ‘¿por qué no interrumpes al igual que hacen los otros candidatos en los debates?’”.

“Yo amo a mi hijo y sé que Estados Unidos lo necesita. Es honesto, podemos contar con él, es leal, relativamente divertido”. Si su propia madre dice que es “relativamente divertido”, entonces Jeb Bush tiene todavía mucho en qué trabajar para mejorar su carisma y recuperar la brújula de su candidatura. 

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