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Hasta hace unos días, solo se hablaba del caótico debate que protagonizaron Donald Trump y Joe Biden. Desde el viernes, la historia ha dado un giro inesperado e irónico. A solo un mes de las elecciones más disputadas en Estados Unidos, el presidente se contagió de coronavirus, el mismo virus que minimizó desde el inicio de la pandemia y que convirtió a su país en el más afectado en el mundo.
Pese a ello, la campaña continúa. El presidente debía estar hoy en Florida, disputando los votos claves que podrían determinar la elección, pero ahora le toca estar en el hospital militar Walter Reed, en Maryland, para seguir su tratamiento.
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Para Rafael Casado, director de la carrera de Relaciones Internacionales de la UPC, esta situación permitiría al demócrata Joe Biden ganar las elecciones del 3 de noviembre.
-¿Con Trump hospitalizado, qué pasará ahora con la campaña?
Estamos a 30 días de un proceso electoral, en que la diferencia entre el demócrata y republicano es muy corta. Si bien, Biden está entre seis y siete puntos arriba de Trump, es un margen manejable, sobre todo para el presidente, que tenía en agenda ir nuevamente a estos estados claves. A él le gusta llegar a las masas, y se acomoda muy bien en los mitines, que es el formato tradicional. Pero ahora él está limitado y en tratamiento en un centro médico, y queda afuera de la arena política. Entonces, calculemos que son dos semanas que estará fuera de circulación, mientras que Biden seguirá en campaña.

-¿Qué se avizora entonces?
Si él no puede volver a la arena pública por esta razón, es muy probable que el próximo presidente sea Biden, pues esta diferencia que él trataba de neutralizar, por su carácter, por su modo de ser, ya no lo puede resolver. El equipo de Trump continuará con la campaña electoral, pero no es lo mismo Donald Trump que el vicepresidente Mike Pence. Trump es el movilizador de masas.
-Justamente, a Trump le gusta ser el centro de atención y estar en contacto con la gente. Estar confinado en un centro médico o en la Casa Blanca lo tendrá atado de manos. Pero también él es muy activo en redes sociales, y su base electoral está firme y se moviliza. ¿Tanto lo va a perjudicar esta situación?
Depende de la magnitud de su enfermedad, dada su condición de edad y peso. Él está en el hospital con fiebre y leves síntomas, pero no sabemos cómo avanzará el virus. El primer ministro británico, Boris Johnson, salió casi de circulación cuando estuvo enfermo.
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-Al inicio hubo suspicacia sobre si realmente se había contagiado, porque se supone que en el círculo presidencial se debían tomar todas las medidas de seguridad…
Claro, yo pensaba lo mismo, pero dado el temperamento impulsivo de Trump, finalmente se hace lo que el presidente quiere. Él casi no ha usado mascarilla y mantuvo una postura de no creer en la gravedad del virus. Todo eso ha traído estas consecuencias para él y también para el pueblo americano.
-¿Este descuido en la Casa Blanca muestra, de alguna manera, el descuido de la administración en la gestión de la pandemia en el país?
Trump no le dio la importancia debida a la enfermedad, no lo tomó con la urgencia que se requería. Pero a nivel de todo el país, los logros, como tales, son relativos porque hay estados gobernados por demócratas y republicanos y que son administrados de diferentes maneras. A principios de junio y julio, Nueva York tenía unos niveles altísimos. Entonces, con respecto a la gestión, la responsabilidad estaría compartida con los gobernadores, pero en el fondo es importante quién da el ejemplo, y eso también marca una diferencia.

-Ahora la incertidumbre está no solo con el devenir de la campaña, sino sobre lo que pasaría si Trump no se recupera para el 3 de noviembre…
Ahora todo es una incógnita. Si fallece Trump, hay un sistema en la normativa norteamericana sobre cómo continuar el proceso. El gran asunto es si podrán los republicanos ganar la presidencia con Trump enfermo y si su situación se complica. Lo que sí es seguro es que los demócratas van a seguir su campaña e intentarán sumar más votos en los estados claves. Mientras Trump no esté en ejercicio de la campaña electoral, el gran beneficiado es el Partido Demócrata, porque el presidente, por ahora, queda fuera de la escena política.
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