Redacción EC

La efeméride que se recuerda este jueves 22 en es una de las más dolorosas de su historia. Se cumplen 10 años de la masacre perpetrada por el ultraderechista Anders Behring Breivik, por lo que los televisores y redes sociales se han prodigado en estos días en las secuelas de los sangrientos ataques que dejaron 77 muertos. Ha obligado, además, a recordar que aún hay una deuda que saldar con las ideologías extremistas.

Lo que hizo Breivik aquel viernes 22 de julio del 2011 fue desatar el horror. Primero, el hombre de entonces 32 años hizo estallar una enorme bomba artesanal en el corazón de Oslo. Los 950 kilos de explosivos fabricados a base de fertilizantes explotaron afuera de la torre que alberga la sede del primer ministro, en aquel momento el laborista Jens Stoltenberg. Breivik quería hacer volar la torre gubernamental de 17 pisos, pero no lo logró.

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Aquel primer acto dejó ocho muertos y decenas de heridos. Afortunadamente, Breivik se demoró en llegar al edificio de gobierno a causa del tráfico y muchos empleados ya se habían ido a casa. Pero la mayor masacre ocurrió poco después.

Anders Behring Breivik plantó una bomba en Oslo antes de dirigir su rifle automático contra adolescentes en un campamento juvenil político en la isla noruega de Utoya.
Anders Behring Breivik plantó una bomba en Oslo antes de dirigir su rifle automático contra adolescentes en un campamento juvenil político en la isla noruega de Utoya.

Disfrazado de policía, el extremista empezó una cacería que duró 72 minutos: una interminable lluvia de disparos, que muchos creyeron eran fuegos artificiales, acabó con la vida de 69 jóvenes de un campamento de las Juventudes Laboristas, en la isla de Utoya. El asesino usó un fusil Ruger y un revólver Glock semiautomáticos.

Breivik fue detenido a las 6:34 de la tarde sin oponer resistencia. Fue condenado en el 2012 a un máximo de 21 años de prisión, una pena que puede ser prolongada de manera indefinida mientras sea considerado una amenaza para la sociedad.

El asesino Anders Behring Breivik poco después de ser capturado tras la masacre ocurrida hace diez años.
El asesino Anders Behring Breivik poco después de ser capturado tras la masacre ocurrida hace diez años.

En aislamiento, pero con playstation

Anders Behring Breivik, hoy de 42 años, cumple su condena aislado en una celda de alta seguridad de tres habitaciones en una prisión de la ciudad de Skien. No tiene contacto con otros reclusos.

Diarios noruegos han detallado que el lugar en el que el asesino pasa sus días tiene más de 30 metros cuadrados y vistas al exterior, así como acceso a televisión, PlayStation, gimnasio y computadora.

Su celda es descrita por el diario “” como “una suite de tres habitaciones con videojuegos, reproductor de DVD, máquina de escribir, libros, periódicos y equipo de ejercicio”.

El medio recuerda que poco después de ir a la cárcel, Breivik envió 27 páginas de quejas a las autoridades noruegas porque le disgustaba que lo registraran desnudo y esposado.

Además, se mostraba inconforme de que algunas de sus comidas fueran cocinadas en un microondas, que su café estuviera frío y que no tuviera humectante. Incluso criticó el lapicero resistente a las puñaladas que le proporcionó la prisión, diciendo que era demasiado flexible y le provocaba calambres en la mano.

En julio del 2015 Breivik inició un procedimiento para demandar al estado noruego por violaciones de los derechos humanos, denunciando las presuntas malas condiciones en las que estaba recluido. Fue en su regreso a la corte que el asesinó entró haciendo un saludo nazi, una imagen que dio la vuelta al mundo.

Anders Breivik se presentó así ante una corte de su país hace seis años. No ha pedido perdón por sus crímenes.
Anders Breivik se presentó así ante una corte de su país hace seis años. No ha pedido perdón por sus crímenes.

El tribunal de distrito de Oslo dictaminó en el 2016 que el encarcelamiento de Breivik viola el artículo 3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, que prohíbe los tratos inhumanos o degradantes. Pero tras una apelación, el gobierno finalmente obtuvo la razón y se anuló la decisión anterior.

El estado noruego argumentó que Breivik tenía que permanecer en aislamiento porque todavía representa una amenaza para quienes lo rodean y para la sociedad.

Hace poco más de una semana, el diario “The Sun” afirmó que Breivik ha enviado 20 cartas a los cineastas pidiéndoles que vuelvan a contar su historia en la pantalla, además de publicar invitaciones para ser entrevistado tras las rejas. También quiere escribir libros.

El autor de la peor masacre de la historia reciente de Noruega nunca ha pedido perdón por sus crímenes perversos y no parece que planee hacerlo.

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