“Los animales que creé están en todos los rincones del mundo”
“Los animales que creé están en todos los rincones del mundo”
Renzo Giner Vásquez

Nací hace 68 años en Scheveningen, un pequeño pueblo pesquero de Holanda. Estudié Física en la Universidad de Delft, viví ahí hasta el 2013 cuando decidí volver a mi pueblo. Toco la guitarra y canto en una banda. Estoy casado y tengo tres hijos.

Theo Jansen lleva 26 años creando bestias que parecen tener vida propia. Un complejo sistema de tubos y la energía eólica dan forma y movimiento a los Strandbeests [animal de playa en holandés]. Jansen visitó Lima para armar la exposición de sus creaciones, que estará hasta marzo en el Espacio Fundación Telefónica.

—Usted empezó estudiando Física. ¿Por qué ese cambio en su carrera?

Así es, y debo decir que no era muy buen alumno: estudié por 7 años y no terminé la carrera. Me convertí en pintor, estuve en eso por un buen tiempo y luego, en los años 80, se me ocurrió la idea de hacer un platillo volador gigante, uno que realmente pudiese volar. Lo lancé sobre mi pueblo y la gente realmente creía que era un platillo volador, salió en TV y fui famoso por unos meses en mi país [risas]. Después de eso no pude volver a pintar, mi interés por la tecnología regresó y solo quería hacer máquinas. De hecho hice una máquina que pintaba…

—¿Cómo funcionaba?

Era una pistola a chorro sensible a la luz. Se movía a lo largo de la pared y tenía una celda de luz que, si lograba ver una parte oscura sobre la pared, activaba el chorro de pintura. Pero si había una parte más clara se acercaba más. Trabajé con esa máquina por un tiempo, luego me convertí en un escritor y tenía una columna en un periódico local.

—Y una de esas columnas lo inspiró para hacer los Strandbeests…

Correcto. Una de las columnas se volvió crucial para mi vida, tras escribirla se me quedó pegada en la cabeza. Un día pasé frente a una ferretería y me topé con estos tubos, los compré, jugué una tarde con ellos y decidí pasarme un año creando algo con ellos. Todo eso sucedió en 1990 y, bueno, se salió un poco de control.

—En una entrevista dijo que empezó este proyecto para salvar a su país. ¿De qué manera?

Sí, de eso trataba la columna: esqueletos que recogían arena para construir dunas. Pero en el proceso me intrigó tanto la evolución y las raíces de la vida que me olvidé de salvar al país. Ese plan se echó para atrás, ya estaba suficientemente ocupado y me pareció más importante descubrir los secretos de la vida que salvar al país.

— Le han llamado ‘dios moderno’ en muchas ocasiones. ¿Qué opina de eso?

Por supuesto es verdad [risas]. Yo me imagino que es porque creo formas de vida de cero, pero debo decir que ser un dios no es algo fácil.

—¿Cómo diseña uno de estos animales?

En primer lugar, necesitas una estructura rígida. Para eso uso el mismo principio que usaron para construir la Torre Eiffel, con triángulos y combinaciones triangulares. Además, en 1991 inventé un sistema de patas: todos mis animales tienen una columna que hace un movimiento circular, hay unos tubos que se conectan y transforman ese movimiento en uno que sirve para caminar. Encontré maneras de mejorar a mis animales, pero, aun así, debo cuidarlos todo el tiempo. Calculo que me quedan –quizá– unos 25 años más y mi criterio es que estos animales deben sobrevivir. Así que llegará el momento, hacia el final de mi vida, donde mis animales sean realmente autónomos y no precisen de mí .

—¿En qué sentido?

Hay 13 medidas en el diseño de estos animales que podrían ser considerados su ADN, yo las publiqué en mi página hace tiempo y ahora los animales que creé están en todos los rincones del mundo. Los estudiantes se divierten construyéndolos porque los diseños se esparcieron por You Tube. Yo considero a esto una forma de reproducción.

—¿Y alguno de esos diseños lo superó?

Hay unos cuantos. Conozco de uno que traje conmigo, es una bestia creada por una impresora 3D. Es un mutante hecho por un holandés, camina bastante bien, incluso mejor que los míos.

—¿Puede darnos una pista sobre su próxima creación?

Hay toda una rama de Strandbeest de gusanos y orugas. Se detuvo en el 2006, pero este año me desperté una mañana y encontré una forma de hacer que se pudieran mover mejor. Mi problema era que gusanos no se desplazaban, pero ahora mis orugas estuvieron en las playas y la gran ventaja es que no tienen articulaciones, funcionan en una tormenta de arena o en terrenos agrestes. Podría servirle a la NASA si llegamos a Marte.

—¿Qué otros usos podrían tener los Strandbeest?

Me parece que podrían aplicarse en la agricultura; por ejemplo, podrían reemplazar a los tractores. Pero no me comprometo con eso por falta de tiempo, si alguien en el Perú quiere encontrar la forma de hacerlo, es bienvenido a usar mi sistema.

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