El infectólogo marsellés Didier Raoult. (Foto: AFP)
El infectólogo marsellés Didier Raoult. (Foto: AFP)
Virginia Rosas

Mientras que la cifra de muertos por en se acercaba a los dos mil -el conteo real podría ser mayor, pues no se ha registrado a los fallecidos en sus domicilios ni a los ancianos de las casas de reposo, donde la tasa de contagios es alta- y los centros hospitalarios se encuentran colapsados, la comunidad científica gala se hallaba enfrascada en un debate insólito, sobre la pertinencia o no de utilizar la hidroxycloroquina, un derivado del antipalúdico cloroquina, para salirle al paso, junto a la Azitromicina, a la neumonía bacteriana que provoca, en algunas personas infectadas, el COVID-19.

El infectólogo marsellés Didier Raoult, no es un científico loco ni un iluminado, pese a su aspecto y maneras poco clásicas, es uno de los más respetados científicos mundiales y su tratamiento ha sido utilizado en China, en Corea del Sur, en los Países Bajos y en Lombardía. Pero recién el jueves pasado el ministro de Salud francés autorizó su tratamiento para pacientes afectados por coronavirus, que se encuentren hospitalizados.

Lo curioso del caso es que, huérfanos de otra terapia efectiva, los médicos de quince hospitales franceses lo venían prescribiendo, además del propio Raoult en su consulta del hospital Universitario de Marsella, al que acuden cientos de personas infectadas, algunos políticos entre ellos.

Esta es pues, la historia de un vergonzoso culebrón que no comenzó ayer y que terminó cuando el profesor Raoult abandonó el Consejo Científico dando un portazo, no sin antes maldecir a los presentes y predecir que los familiares de las víctimas acudirán a la justicia, si se demuestra que la fórmula propuesta funciona bien y no fue aplicada por oscuras rencillas entre el INSERM (Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica) y el IHU (Red de Institutos Hospitalo- Universitarios de Francia) al que él pertenece.

El avance de la epidemia de coronavirus en Francia llevó el viernes al presidente, Emmanuel Macron, a ampliar hasta el 15 de abril el confinamiento de la población. (Foto: AFP)
El avance de la epidemia de coronavirus en Francia llevó el viernes al presidente, Emmanuel Macron, a ampliar hasta el 15 de abril el confinamiento de la población. (Foto: AFP)
/ PHILIPPE LOPEZ

Raoult, que acaba de publicar, el 23 de marzo último, el libro: “Epidemias, verdaderos peligros y falsas alertas” en el que con su estilo irreverente critica al INSERM de reclutar a “burócratas fundamentalistas” que desconocen la práctica de la medicina y que se toman un año y medio en tomar decisiones, sostiene desde hace más de tres años un reclamo permanente con la máxima autoridad de la investigación médica, a la que acusa de hipercentralismo, y de querer reformar el estatus de los IUH a fin de rebajarles los fondos de 400 a 200 millones de euros. Es decir de restarle importancia a los investigadores científicos de provincias en detrimento de los parisinos.

Los franceses han seguido con estupor este culebrón político médico, mientras los hospitales carecen de ventiladores suficientes para asistir a los enfermos con deficiencia respiratoria. Según la experiencia de Raoult la remisión de la neumonía con la combinación hidroxycloroquina-azitromicina es efectiva para un 75% de pacientes en seis días.

Un detalle que puede ser relevante es que estos son medicamentos con décadas de existencia y, por lo tanto, se pueden conseguir genéricos a muy bajo costo.

Pero, evitemos las confusiones, no es un tratamiento contra el coronavirus en sí, sino para sanar las infecciones pulmonares que este acarrea. Para luchar contra el COVID-19 la mejor receta, hasta ahora, es quedarse en casa.

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¿Qué es el coronavirus?

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).

El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre de 2019.

El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.

Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.

Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.

¿Cuánto dura el período de incubación del COVID-19?

Primero hay que entender que el período de incubación es el tiempo que transcurre entre la infección por el virus y la aparición de los síntomas de la enfermedad.

De acuerdo con estimaciones, el periodo de incubación de la covid-19 oscila entre 1 y 14 días, y en general se sitúa en torno a los cinco días.

Por el momento se continúan analizando y actualizando estos datos para tener una información más precisa y detallada.

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