Aunque el portavoz del Kremlin ha negado cualquier información sobre las causas y circunstancias del espionaje en Italia, lo cierto es que es una práctica que continúa vigente entre las grandes potencias. (AP)
Aunque el portavoz del Kremlin ha negado cualquier información sobre las causas y circunstancias del espionaje en Italia, lo cierto es que es una práctica que continúa vigente entre las grandes potencias. (AP)
/ Alexei Druzhinin
Redacción EC

La escena es digna de una película. Un militar italiano llega a un estacionamiento en Roma y espera nervioso. Entonces aparece su contacto, un oficial ruso, a quien le entrega una memoria USB. A cambio, recibe un sobre con 5 mil euros. De pronto, ambos son descubiertos ‘in fraganti’ por la policía italiana.

El militar italiano, un capitán de fragata al que venían investigando hace meses, ya está detenido mientras que el ruso, miembro del cuerpo diplomático de la Embajada de su país, ya fue expulsado junto a su jefe directo.

El asunto ha resquebrajado seriamente las relaciones entre e , uno de los países de la Unión Europea que mantiene un buen diálogo con Moscú, y ha puesto otra vez en evidencia la intensa actividad de los servicios secretos del Kremlin en su ‘guerra fría’ contra Occidente.

Según las investigaciones de la Fiscalía de Roma, reveladas por medios locales, la documentación vendida por el capitán italiano se refiere a los sistemas de telecomunicaciones militares y archivos de la OTAN, el tratado del atlántico norte al que pertenece Italia. El militar italiano fotografiaba documentos clasificados de la pantalla de la computadora y los descargaba en una memoria USB.

UN ACTO HOSTIL

Tras destaparse el escándalo, el ministro de Exteriores de Italia, Luigi di Maio, calificó el asunto como “un acto hostil de extrema gravedad”, y convocó al embajador ruso en el país, Sergey Razov, para notificarle la expulsión de los dos funcionarios y transmitirle su “firme protesta” por lo ocurrido.

El ministro de Relaciones Exteriores de Italia, Luigi Di Maio, calificó como "hostiles" los actos de espionaje que implican a un militar italiano y dos diplomáticos rusos. EFE
El ministro de Relaciones Exteriores de Italia, Luigi Di Maio, calificó como "hostiles" los actos de espionaje que implican a un militar italiano y dos diplomáticos rusos. EFE
/ FEHIM DEMIR

Razov se limitó a “mostrar su pesar respecto a la decisión y el deseo de que el asunto no marque las relaciones ítalo-rusas”. “En cualquier caso esperamos que lo sucedido no tenga consecuencias en las relaciones bilaterales entre Rusia e Italia”, dijo la embajada de Rusia.

“Italia es un país que históricamente siempre ha tenido buenas relaciones con Rusia, incluso desde la época soviética porque hacía negocios ahí. Solo por dar un ejemplo, los carros Lada eran un modelo de Fiat. Por eso, la primera reacción del embajador de Rusia ha sido ponerle paños fríos al asunto”, comenta a este Diario el analista Francisco Belaunde Matossian.

Por ello, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, recalcó: “Esperamos que el carácter positivo y constructivo de nuestras relaciones se mantenga y se preserve”, recalcó. Pero es indudable que un escándalo como atrapar a un oficial ‘vendiendo’ información muy delicada para los intereses militares italianos y quizás europeos pasará factura a la colaboración entre Moscú y Roma, explica la agencia EFE.

La Fiscalía italiano ha acusado al militar de la Marina de los delitos de obtención de información relativa a la seguridad del Estado, espionaje político-militar y espionaje de información.

Sede de la Embajada rusa en Roma. La legación diplomática ha señalado que espera que lo sucedido "no tenga consecuencias en las relaciones bilaterales entre Rusia e Italia". AP
Sede de la Embajada rusa en Roma. La legación diplomática ha señalado que espera que lo sucedido "no tenga consecuencias en las relaciones bilaterales entre Rusia e Italia". AP
/ Alessandra Tarantino

OTROS CASOS

Lo ocurrido en Italia se trata del último incidente de una serie de casos de espionaje ruso en Europa.

“No es una raya más al tigre, porque van sumándose cosas que hacen que la relación entre los europeos y Rusia siga tensa, así como con Estados Unidos. Y esto se suma a lo que pasó hace poco en Bulgaria, y todo en el marco de las sanciones por el asunto de Navalny”, explica Belaunde, con respecto al caso del líder opositor supuestamente envenenando y que está detenido en un campo de trabajo cerca de Moscú.

Bulgaria anunció hace diez días la expulsión de dos diplomáticos rusos tras el descubrimiento de una supuesta red de espías en beneficio de Moscú. Asimismo, un oficial francés, con base en la sede de la OTAN en Italia, fue acusado recientemente de haber proporcionado documentos importantes para los servicios secretos rusos y se encuentra detenido en París.

En esta foto de enero del 2020, el presidente ruso Vladimir Putin pasa revista a las tropas en el Mar Negro. REUTERS
En esta foto de enero del 2020, el presidente ruso Vladimir Putin pasa revista a las tropas en el Mar Negro. REUTERS
/ SPUTNIK

“No se trata de un tema ideológico. Rusia está a la defensiva. Ellos tienen una visión nacionalista, y el hecho que Occidente se haya acercado a la frontera rusa a través de la OTAN lo consideran una amenaza. Además tiene que ver con la supervivencia del régimen”, señala el analista.

“Lo curioso es que políticamente hay tensiones, pero al mismo tiempo están los negocios. Alemania y Rusia, por ejemplo, promueven la construcción del gasoducto Nord Stream, algo que es considerado una aberración por Estados Unidos”, añade Belaunde.

El Gobierno Británico, cuyas relaciones con el Kremlin se siguen degradando, respaldó a Italia ante “la actividad desestabilizadora y maligna de Rusia (...) diseñada para socavar a nuestro aliado en la OTAN”. En marzo del 2018, el exoficial ruso Sergei Skripal y agente doble de los servicios secretos británicos y su hija fueron envenenados en el Reino Unido, que acusó directamente al Kremlin del hecho.

Moscú acusa por su parte a la Unión Europea de tener una “posición conflictiva”, mientras que la UE culpa a Rusia también de frecuentes “ataques cibernéticos” contra los varios Estados miembros.

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