Como todo político, Michel Barnier (73) quería dejar su marca en la historia, un deseo que se cumplió este miércoles 4, aunque quizá no en la forma que esperaba. Y es que el integrante del partido conservador galo Los Republicanos (LR) se convirtió en el primer ministro con el mandato más corto de la Quinta República francesa, iniciada en 1958, al ser destituido del cargo que empezó a ocupar hace solo tres meses por un voto de no confianza propiciado por un insólito consenso entre las alas de izquierda y de derecha del Parlamento francés.
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“Fue un honor servir como primer ministro”, dijo Barnier al concluir su último discurso ante un Parlamento que minutos después, metafóricamente, le presentó la puerta de salida, logrando la moción de censura con 331 votos, muy por encima de los 288 que necesitaba.
Su caída profundiza el caos político en el país europeo que el presidente Emmanuel Macron buscó calmar con su nombramiento, mientras que también crea incertidumbre sobre el futuro del propio mandatario, cuya presidencia termina en el 2027.
Crónica de una destitución anunciada
La actual crisis en Francia se desató el lunes 2 cuando Barnier utilizó un polémico procedimiento parlamentario -el artículo 49.3 de la constitución- para pasar una parte del presupuesto de Seguridad Social para el año 2025 sin que pasara por una votación en la cámara baja del Parlamento, de cuyo apoyo carecía.
El presupuesto, criticado tanto por la derecha como la izquierda, tomaba impopulares medidas como aumentar el impuesto a electricidad y el recorte de programas sociales en un intento de reducir el déficit público de su estimado en 6,1% del PBI a solo 5% en el 2025, alineando a la segunda economía de la Unión Europea con el Pacto de Estabilidad de Crecimiento en un esfuerzo que buscaba recaudar alrededor de 60 mil millones de euros, 40 mil millones de estos en recortes de gastos y 20 mil millones en ingresos adicionales.
Pero para Francisco Belaúnde Matossian, profesor de política internacional europea en la Universidad San Ignacio de Loyola, el final de la historia de Barnier ya había sido escrito antes de que jurara el cargo en setiembre de este año, debido a la decisión de Macron de disolver la Asamblea Nacional y adelantar las elecciones a julio de este año, jugada política que buscaba frenar el alza de la extrema derecha luego de sus victorias electorales al Parlamento Europeo, pero que dejó la Cámara Baja francesa más fragmentada que nunca, con bloques casi igualmente poderosos conformados por la izquierda, la centroderecha macronista y la ultraderecha.
La elección de Barnier como primer ministro, un político del partido político de centroderecha Los Republicanos (LR), fue vista como una traición -frente a los resultados de los comicios- por Partidos Nuevo Frente Popular (NFP), una coalición de socialistas, comunistas, ecologistas e izquierda radical que ganó la mayoría de escaños durante esta elección y que prometió oponerse vehementemente a su mandato, lo que dejó al flamante primer ministro especialmente dependiente al apoyo de la ultraderecha para gobernar.
“Se encontraba en una posición muy frágil al no contar con mayoría en el Parlamento, lo que se se debió a su decisión de buscar el apoyo no desde la izquierda moderada, sino de la derecha clásica –de la que provenía– y la derecha radical de Marine Le Pen”, señala el catedrático en conversación con El Comercio. “Y si bien en la cuestión del presupuesto él cedió varias cosas a esta ala de la ultraderecha, al final no fue suficiente y decidieron tumbarlo.”
Es una decisión que compartió Rodrigo Murillo, politólogo y escritor peruano afincado en París, quien además resalta como causa de fondo el declive progresivo del modelo económico francés.
“La salida de Barnier tiene que ver con la grave crisis nacional que padece Francia hace ya algunas décadas como consecuencia del agotamiento de un modelo económico que se ha revelado insostenible durante años, donde la alta carga impositiva era justificada por un sólido sistema de bienestar público”, considera Murillo. “Ahora los impuestos son tan altos que la gente ya no ve los mismos beneficios, mientras que muchas empresas empiezan a irse del país, lo que a su vez hace que el país ya no tenga la misma generación de riqueza que permitía financiar este sistema social.”
Consecuencias de la salida de Barnier
Para el analista, la más reciente debacle no hace más que empeorar la situación, agravando la situación de gran incertidumbre en el mercado. “Hoy en día Francia tiene una tasa de interés superior a la de Grecia, lo que significa que los inversionistas confían más en el mercado griego que en el francés”, acota Murillo.
Una de las consecuencias económicas más presentes de la salida de Barnier está relacionada con el presupuesto de Seguridad Social para el año 2025 que precipitó su salida, remarca Francisco Belaúnde. Y es que a menos que el gobierno de Macron logre aprobar rápidamente un nuevo texto en el Parlamento, podría haber consecuencias graves para el bolsillo de las personas. “Actualmente van a tener que pedir al Congreso que pasen una norma para que continúe el presupuesto y será con las cifras de este año, sin tomar en cuenta la inflación, lo que podría causar que algunos franceses tengan que pagar más impuestos”, advierte.
Pero quizás las mayores consecuencias se pueden ver en el terreno político, al ahondar la grave crisis de legitimidad del gobierno de Macron, quien en opinión de Rodrigo Murillo “a veces parece comportarse más como un monarca que un presidente democráticamente elegido, intentando aprobar presupuestos sin pasar por la Asamblea”.
Es una crisis que ha llevado a que un número no insignificante de voces pida su renuncia, no solo su archirrival política Marine Le Pen, sino también ciudadanos de a pie, con una encuesta de la empresa Elabe para BFM TV publicada este miércoles 4 señalando que el 63% de los franceses opina que Macron debería renunciar ante una eventual caída del gobierno de Barnier.
“Lo que pasa es que Macron ha puesto a Francia en una situación insostenible tras decidir disolver el Congreso en julio, a pesar de que él tenía entonces una mayoría relativa”, afirma Francisco Belaúnde. “Fue una jugada bastante temeraria y sin mucho sentido que ha dejado al país en una situación muy complicada y al presidente como una figura bastante impopular. Y si el impasse político continúa, esto podría llevar eventualmente al que a que él se vea obligado a renunciar. No se puede descartar ese escenario.”
Los siguientes pasos de Macron
Es una posibilidad que el propio Macron ha negado rotundamente, reiterando en repetidas ocasiones su intención de mantenerse en la presidencia hasta el fin de su mandato en el 2027. Sin embargo, es muy probable que su futuro político se decida según la manera en que afronte esta megacrisis.
Lo ideal es que Macron logre encontrar un primer ministro con suficiente consenso para gobernar, situación que se ve complicada porque, como se apreció en la destitución de Barnier, su partido y sus aliados carecen de las suficientes votos para imponerse en el Congreso. Es así que necesitará aliarse con una de las fuerzas preponderantes en la cámara baja, la izquierda o la derecha, apuntando a sus elementos más centristas.
“Adicionalmente, con el primer ministro destituido, tengo entendido que Macron puede gobernar por un período mediante decreto”, advierte Murillo. “Normalmente tendría que disolver la Asamblea y convocar a nuevas elecciones, pero ya ha dicho que es algo que no va a hacer, probablemente porque cuando lo hizo este año su partido no obtuvo buenos resultados. Por el momento, Macron parece no tener una salida clara a esta situación, que es una crisis política de envergadura directamente ligada a la figura desgastada del Estado.”
Francisco Belaúnde menciona otra posible solución. “Algunos analistas también barajan la posibilidad de que se imponga un gabinete técnico, es decir no partidario, de manera similar a la que pasó hace no mucho en Italia con el primer ministro Mario Draghi, quien fue el presidente del Banco Central Europeo”, apunta. “Pero el problema es que este tipo de gobiernos no tienen legitimidad democrática, sino que sirven solo para salvar la situación por un tiempo determinado, por lo que no pueden durar demasiado.”