La gente disfruta de un paseo en barco por el Mar Negro frente a Sebastopol, la ciudad más grande de la Península de Crimea, el 16 de julio de 2022. La imagen muestra un avión. Foto: Olga MALTSEVA / AFP
La gente disfruta de un paseo en barco por el Mar Negro frente a Sebastopol, la ciudad más grande de la Península de Crimea, el 16 de julio de 2022. La imagen muestra un avión. Foto: Olga MALTSEVA / AFP
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Agencia AFP

La turista rusa Alexandra Rumyantseva toma un baño de sol en , anexionada por Moscú, no lejos de las líneas de frente de los territorios este y sur de .

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Sentada en una roca con un bikini blanco junto a las aguas claras del mar Negro en las afueras de Sebastopol, Rumyantseva observa un avión de combate que cruza un cielo azul despejado.

“Por supuesto, no puedo decir que estamos en un estado de plena relajación”, comentó a AFP.

El frente está a unos 300 km al norte de Sebastopol, la ciudad más grande de Crimea y sede de la flota rusa del mar Negro.

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Pese a los combates cercanos, la mujer que trabaja con beneficencia optó por vacacionar en la península con su esposo y dos hijos.

La intervención de Moscú en Ucrania, las sanciones occidentales, el corte de los vuelos a Europa y los crecientes problemas económicos en casa han hecho que destinos populares europeos resulten prohibitivos para los turistas rusos.

Pero incluso viajar a Crimea, anexionada por Rusia en 2014, resulta difícil por el cierre del espacio aéreo en el sur debido a los combates en Ucrania.

La familia de Rumyantseva recorrió 2.500 km en vehículo y usaron un puente terrestre que construyó Moscú para conectar la península al territorio continental ruso.

Según Rumyantseva, se rumora que el puente puede ser destruido y “muchos están preocupados”, pero la familia decidió arriesgarse.

De camino vieron un convoy militar al parecer camino al frente.

Marineros navales rusos caminan por una calle en Sebastopol, la ciudad más grande de la Península de Crimea, el 16 de julio de 2022.  (Foto de Olga MALTSEVA / AFP)
Marineros navales rusos caminan por una calle en Sebastopol, la ciudad más grande de la Península de Crimea, el 16 de julio de 2022. (Foto de Olga MALTSEVA / AFP)
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Gente con miedo

Cuando AFP visitó Sebastopol un caluroso día de julio, los buques militares rusos se observaban a la distancia mientras la gente se refrescaba en la playa.

Aparte de los buques y el ocasional sonido de los aviones, había pocas señales de la campaña militar a gran escala al lado.

Jóvenes saltaban de las rocas y hombres sin camisa bebían cerveza y hacían shashliki (carne asada), una tradición veraniega rusa.

En el centro de la ciudad se escucha música patriótica rusa y las tiendas ofrecen a los turistas recuerdos con la letra Z, el símbolo de las fuerzas de Moscú que combate en Ucrania.

Este verano boreal acudieron menos turistas de lo usual en Crimea.

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“Parece que la mayoría aquí son los locales”, comentó Anna Zaluzhnaya, de 28 años, quien trabaja en la industria alimentaria.

Empresarios locales que dependen del turismo, en especial ahora que la península está en gran parte aislada del mundo por las sanciones, sienten los efectos.

Albert Agagulyan, de 69 años, administra un puesto de kebab en una playa cercana a Sebastopol.

El expiloto de combate dijo que este año no pudo enviar a su hijo a campamento de verano.

“La gente no viene aquí porque tiene miedo”, agregó.

Eventos preocupantes

Crimea es fronteriza con la región ucraniana de Kherson (sur), bajo control de Moscú, y está cerca de la región sudoriental de Zaporiyia, parcialmente ocupada por el ejército ruso.

Kiev se comprometió a retomar los territorios perdidos en el sur, y algunos creen que Ucrania podría atacar Crimea.

Aunque algunos prefieren no hablar de política, pobladores locales como Viktor Borodulin, dicen que han seguido de cerca la campaña militar rusa en Ucrania.

“Me preocupan mucho estos eventos”, dijo el ingeniero de 77 años, dolido por el hundimiento del crucero ruso Moskva, en abril.

Nostálgico del pasado soviético, Borodulin se alegró al hablar de la posibilidad de comprar frutas y vegetales del sur de Ucrania, ahora bajo ocupación rusa.

“Hoy incluso compré productos de Kherson”, contó. “Para mí es una gran alegría”.

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