Rusia argumenta que invade Ucrania en defensa propia (por la expansión de la OTAN) y por la necesidad de proteger a los suyos de los supuestos nazis. También defiende sus últimos bombardeos señalando a Kiev como organizador de ataques “terroristas” (como el que sufrió el puente de Crimea a principios de octubre). Es decir, su narrativa -compuesta por verdades parciales- se sostiene en que solo responden al fuego con fuego.