Tiene 75 años y, en los últimos 30, fue parte de “”. Ahora, Ignazio Benito La Russa ve los frutos de su constancia al convertirse en presidente del Senado, puesto al que llegó con 116 votos. Su ascenso fue celebrado por la virtual primera ministra, , quien lo describió como un “amigo” y “hermano” del partido que cofundaron, Hermanos de .

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Hijo de Antonino La Russa -uno de los secretarios del Partido Nacional Fascista y senador por 20 años consecutivos-, nació el 18 de julio de 1947 en Sicilia,en el seno de una familia de terratenientes”, cuenta “La Nación”. Más tarde, La Russa se unió al Movimiento Social Italiano (MSI), partido al que Meloni perteneció al inicio de su carrera. “Se trató de un partido de extrema derecha que hacía guiños al fascismo -explica el analista italiano Francesco Tucci-. Estaba lleno de nostálgicos”.

Sobre su experiencia en dicha agrupación, La Russa ha : “Fue el partido de los que perdieron la guerra, pero su gran mérito es que nunca pensaron en el terrorismo ni en la rebelión y siempre en la democracia”.

Estudió en el colegio suizo St. Gallen y luego derecho en la Universidad de Pavía. Para 1992, ya era por el MSI. La agrupación, sin embargo, se disolvió dos años más tarde, y él puso una de las primeras piedras para dar forma a la Alianza Nacional (AN). Así hasta el 2008, cuando AN une esfuerzos con Forza Italia (del exprimer ministro, Silvio Berlusconi) y dio como resultado Pueblo de la Libertad. Con esa agrupación, asumió la cartera de Defensa.

Tucci cuenta que, con la AN liderada por Gianfranco Fini se trató de crear una derecha moderna, pero no se logró. Más tarde y ya con Berlusconi en la ecuación, hubo una ruptura. “La Russa se retiró con Meloni para irse más a la derecha y fundar Hermanos de Italia. Si se toma en consideración su trayectoria política, tenía sentido que esto ocurriera”.

Y no deja de ser curioso que La Russa no sea un político cuestionado por escándalos de corrupción o de esa índole, sino por su admiración al fascismo. De hecho, se le conoce como un de elementos fascistas, como fotografías, libros y medallas del dictador Benito Mussolini. Algunos de sus comentarios no son ajenos a este interés: luego de que su hermano hiciera “el saludo fascista durante el funeral de un militante neofascista”, él lo defendió: “Fue un grave error […] [Pero] todos somos herederos del Duce […] en el sentido de que somos herederos de nuestros padres y abuelos”.

Luego, en febrero del 2020, sobre la pandemia del coronavirus COVID-19: “No te acerques a nadie. Es mortal contaminarse. Haz el saludo romano: es antiviral y contra los microbios”.

Tucci anota: “Él es una persona temperamental, así que deberá tener cuidado de no dar opiniones fuera de la raya ahora que encarna a la tercera institución del Estado”.

Imagen del 7 de julio del 2011, que muestra a Ignazio La Russa, entonces ministro de Defensa. REUTERS
Imagen del 7 de julio del 2011, que muestra a Ignazio La Russa, entonces ministro de Defensa. REUTERS
/ Alessandro Bianchi
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Un puesto clave

La alegría que Ignazio La Russa mostró al aceptar la presidencia del Senado no se condice con su imagen pública. De hecho, por el pelo largo, barba espesa y gesto adusto que lució durante los 70, lo apodaron Rasputín. Por eso es válido preguntarse, ¿cuál es la trascendencia de su llegada al cargo? Tucci explica que hay tres grandes puestos en Italia: las presidencias de la República, de la Cámara y del Senado. Todas ellas, anota el especialista, son vitales para el funcionamiento democrático porque se espera que quienes las ostenten “no representen los intereses de ningún partido”.

La Russa ocupa un cargo fundamental porque es quien establece la agenda de trabajo en el Senado. En ese sentido, ¿puede favorecer a Hermanos de Italia? Sí. ¿Debería hacerlo? No. En general, en Italia se debería dejar una de esas presidencias a la oposición, pero no ha sido el caso”.

Si a ello se le suma que La Russa es un viejo zorro, un conocedor de los tejes y manejes de la política, se entiende que algunos vean con desconfianza su designación. Tucci agrega: “El Gobierno tiene la mayoría absoluta de los escaños tanto en el Senado como en la Cámara. Es decir, tienen el control del legislativo, así que esencialmente pueden hacer de todo”.

Meloni, por ejemplo, prometió cambios a la Constitución y, a pesar de que para ello se requiere la mayoría calificada, Tucci cree que “es factible que se logren a partir del diálogo con otros partidos”.

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El analista, sin embargo, apuesta por poner paños fríos a tanta suspicacia. “En Italia ganó una coalición de centroderecha impulsada por la extrema derecha, así que queda claro que el Gobierno será más hacia ese lado. Pero no podemos cuestionar las intenciones y pensar que al ser de extrema derecha serán automáticamente opresores, sino los hechos. Falta conocer quiénes serán los ministros”.

Según “”, a Giorgia Meloni se le está complicando dicha elección. Por ejemplo, en carteras claves como la de Economía, ciertos candidatos “ya han rechazado” el cargo. Además, como lo destaca “”, el mismo Berlusconi está dispuesto a boicotearla (hizo que los miembros de Forza Italia no votaran por La Russa para la presidencia), luego de ser excluido de la fórmula que gobernará, que quedó en manos de Hermanos de Italia y la Liga.

Tucci añade: “Por eso prefiero reservarme el pronóstico. Recuerda que, finalmente, el programa de Meloni debe ser aprobado por la Cámara y el Senado a través de una moción de confianza. Hay que esperar”.

Y agrega: “Además, el Gobierno tendrá que relacionarse con la Unión Europea y sus instituciones, así que creo que se reducirán los discursos extremistas. Otros, claro está, no. La migración es uno de ellos. Seguramente habrá una guerra a las normas del bloque y ese será un punto crucial para las fricciones. Pero en otros, se irán acomodando porque para reactivar la economía italiana se necesitan los fondos europeos”.